Psicópata || h.s

8.

El despertador comenzó a sonar con su irritante sonido de siempre, solté un gruñido y lo apague, me levanté perezosamente de la cama metiendo mis pies en las sandalias, Dallas seguía durmiendo con su peluche entre sus manos, no quise despertarlo y baje hasta la cocina sin hacer ni el más mínimo ruido, no sabía exactamente que haría con Harry, por alguna razón me encontraba nerviosa, no sabía exactamente que íbamos a hacer o como reaccionaria al saber que tengo un hijo. No se lo diría, sería sorpresa.

Después de preparar el desayuno y arreglarme levanté a Dallas, al principio quería llorar pero después se puso muy alegre.

Terminamos de desayunar y hable con Dallas para que se quedara un rato sólo en la casa y se portará bien mientras iba por un amigo , tardaría poco, sólo iría por Harry y regresaría rápido a la casa.

- ¿quieres algo? - pregunte a Dallas mientras abría la puerta de entrada.

- chocolates mami - dijo sin prestarme atención mirando la televisión. Bufe y salí de ahí no sin antes decirle "te amo".

Apresure a tomar un carrito del súper y meter todo lo que necesitaría, chocolates, leche, galletas y más. Al salir del súper toda cargada de bolsas corrí a mi coche y aventé todo con cuidado en la parte de atrás y puse en marcha el coche.

Al llegar al hospital me apresuro en entrar allí y trato de caminar tranquila por los pasillos del pasillo hasta llegar al cuarto de Harry pero me es difícil, soy un gran manojo de nervios y aún no entiendo porque. Al llegar a la entrada los guardias no están, se me hace raro pero aún así sigo avanzando, la mano me tiembla al tratar de abrir pero tomo una fuerte respiración y giró el pomo de la puerta. Harry esta vestido con un par de tejanos negros ajustados y una playera negra simple, sonrió por inercia. Al escuchar el sonido de la puerta pone su mirada en mi. Sonríe. ¡sonríe!.

- Wauo - digo al verlo completamente- Te ves muy bien hoy - su sonrisa se hace aún más grande.

- Bueno, hoy salía con mi chica y no quería ir usando una bata de hospital - ironizo.

- ¿dónde tenías esa ropa? - pregunto con curiosidad.

- sólo me la entregaron - dijo encogiendose de hombros.

- bueno, vámonos - dije demandante. Ups. Sonreí lo más tierna que pude para no arruinarlo.

Harry se levantó y camino a mi lado, tomo suavemente mi mano y beso el dorso de esta, espero no haberme sonrojado rogaba en mi interior. Sonreí y quite mi mano.

Ya en el coche podía ver de reojo como Harry miraba las calles con atención sumergido en sus pensamientos. No lo culpaba, había sido mucho tiempo sin salir.

- ¿a dónde vamos? - pregunto de repente.

- a-a mi departamento - dije nerviosa. Quizá al final no quería estar conmigo - ¿esta bien? - pregunte tímida. Que rayos.

- claro - dijo aún sumergido en sus pensamientos.

Después de atravesar una parte de la ciudad por fin llegamos, aparco fuera del edificio de departamentos, Harry sale del coche antes de que pueda decir algo y instantes después lo veo abrir mi puerta del conductor, salgo con una sonrisa en la cara y le agradezco.

- ¿me podrías ayudar con las bolsas de compra? - le pregunto mientras abro la puerta de atrás y saco algunas de las bolsas. El sonreí asintiendo y saca todas las bolsas restantes. Bloqueó el carro y camino hasta la entrada del edificio.

- ¿vas a poner una dulcería o que Kennedy? - pregunta burlón mientras observa algunas cosas de las bolsas.

- quizá - digo mientras pico uno de los botones del elevador. La caja metálica comienza a subir y yo no dejo de moverme nerviosa dentro del espacio.

- Sarah deja de moverte me pones nervioso - dice Harry. Largó un suspiro cuando la caja se detiene y las puertas se abren.

Salgo de ahí rápidamente y literalmente corro en tacones hasta la puerta de mi departamento, quiero ver a Dallas sanó y salvo.

Abro la puerta y la televisión sigue encendida pero nadie la esta viendo, algunos de sus juguetes están regados por el corredor, hago una seña a Harry de que entré y corro a dejar las bolsas en la mesa, no escucho ningún ruido además del que Harry hace moviéndose en el lugar, el pánico me invade.

- ¡¿Dallas?! - chilló.