Psicópata || h.s

28.

1 año después.

Las suaves melodías resonaban por todo el salón, Sarah bailaba con la melodía suavemente, jamás había sido fanática de las fiestas pero esta vez se sentía bien en una, miro a liza quien le sonreía desde una esquina de la sala con una sonrisa curiosa, era su fiesta de compromiso de ella y le encantaba que estuviera feliz, era su única hermana y además de su hijo la única familia que tenía. Siguió bailando hasta que de repente su mirada fue a dar a un par de ojos que la miraban atentamente, ella conocía esos ojos, los conocía bastante bien que ahora los detestaba, le daba repulsión y nostalgia pensar en ellos, se quedo paralizada mirándolo, había engordado pero se miraba bien, tenía el pelo largo que ya podría quizá hacerse algún peinado con el y vestía algo extraño pero se veía bien. Ya no quería estar ahí , su corazón había sanado pero no del todo, aún le dolía, se dio la vuelta ignorando lo que acababa de ocurrir y camino hasta la mesa en la que se encontraban sus conocidos, para relajarse tomo una bebida, después otra y otra y así siguió hasta que alguien le quitó de las manos la botella y ella lo miro sorprendida.

»».

La había estado observando, su cuerpo moviéndose con las suaves baladas, su cabello suelto , su actitud despreocupada y libre, la había extrañado demasiado, se había estado reprochando y lamentado todo este tiempo el haberla dejado, se preguntaba a cada momento como estaría su primer y pequeño hijo, ella, Dallas, le dolía en el más fondo de su alma pero aún tenía que cambiar muchas cosas en el y ahora por fin estaba listo. La mirada de ella se encontró con la de el y sintió pinchazos en su corazón, le aterraba ver la reacción que ella podría tener al verlo más sin embargo observo como ella lo miraba sin ninguna emoción y después como se daba media vuelta sin hacer nada, eso sin duda no se lo esperaba.

Su décimo tercera copa, la había estado observando, estaba sobre pasando sus límites con la bebida y nadie la detenía, con pasos decididos camino hasta ella y antes de pensarlo arrebató la botella que apenas llevaba a su boca de sus manos. Ella lo miro sorprendida, sentía la adrenalina correr por su cuerpo, su cara era más madura y sus ojos se habían aclarado un poco, y su cuerpo había adquirido unos kilos más que le sentaban muy bien, tenía el pelo más corto y con un color unos tonos más claros que el que recordaba, sin duda había madurado más en su ausencia y le dolía.

- Hola - susurro ronco hacia ella.