Epílogo

6.3K 320 182
                                    

“Al final solo se tiene lo que se ha dado”
-Isabel Allende.

—Natt... -murmuro con sorpresa.

—Minerva -ella la saludo cordialmente– ¿Puedo pasar?

—Adelante. -Minerva abrió más la puerta de la casa dejando que la mujer de cabellos castaños entrara– Toma asiento por favor.

La madre de Artemisa tomó asiento en el sillón suspirando, le había prometido a su hija que lo haría en cuanto ella se hubiera ido, así que ahí estaba, finalmente.

—¿gustas algo de tomar? -Minerva pregunto rápidamente.

—No -Natt negó rápidamente–, es rápido.

—¿Esta todo bien con Artemisa?

La matriarca de los Sarmiento se tenso al escucharla decir el nombre de su hija, así que tomó su bolso y de él sacó un sobre azul.

—Ella se ha ido a Yale ayer por la tarde, me pidió que te diera esto.

Minerva tomó el sobre que le ofrecía de manera dudosa.

—Natt...

—Tengo que irme. -La mujer castaña se levantó del sillón sonriendo forzadamente.

—Te acompaño.

—No, esta bien así, descuida. -la detuvo rápidamente– Hasta luego.

—Adiós.

Minerva escucho la puerta principal cerrarse y suspiro, se mantuvo por varios minutos analizando el sobre entre sus manos, se levantó de su lugar y camino hasta su habitación colocándose frente a el armario.

Ella se había ido, había cumplido su promesa, se había ido sin decir nada.

Tomó el sobre y lo guardo en el último abrigo de su armario, no iba a hacerlo, no se atormentaria leyendo aquello.

Miró una última vez aquel lugar y salió de ahí dejando aquella carta en completo olvido.

Los meses pasaron más rápido de lo pleaneado, el cambio de estación se hizo presente y en un abrir y cerrar de ojos cuatro años pasaron sobre todos. No hubo un solo día de los primeros tres años en que no llegara una carta nueva a su casa, todas las mañanas ella le abría la puerta a el cartero y lo primero en sobresalir era aquel sobre color azul, siempre lo guardaba y corría a esconderlo en el armario antes de que Fernando la cuestionara.

Pero ese día finalmente lo haría. 

Poco sabía de Artemisa y aunque los años hubiera pasado una parte de su ser necesitaba saber más sobre aquella joven que había puesto su mundo de cabeza. Julieta y ella seguían siendo amigas sin embargo el tema “Artemisa” se tocaba poco entre ambas. Julieta le platicaba de ella solo cuando tenía grandes noticias y gracias a eso sabía que se había graduado de la facultad de leyes con notables calificaciones, que había completado sus 20 horas de trabajo a la semana con excelentes referencias, que gracias a eso había conseguido un buen trabajo en una firma de abogados en el país en donde trabajaba los fines de semana y que solo faltaba un año para que finalmente obtuviera el diploma en música y ella pudiera volver a casa, aunque Julieta dudaba mucho que regresara ya que siempre decía que ya había formado una familia allá.

El Último AñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora