—¡Muy bien, sigue así!— la chica se dió media vuelta, para ver la cara de quién la alentaba. Era su nueva maestra, la cual iba todos los días a verla para saber cómo se encontraba, y para entrenar.
—Lo que usted diga, sensei— habían pasado 2 años desde que ella llegó a aquella aldea, todos eran muy amables con su persona, debido a que tenían pena por esa pobre niña que había arribado sola hasta la lejanía de ese poblado.
La querían introducir en un pequeño orfanato que había, sin embargo una pareja mayor tomó la decisión de adoptarla como su hija propia en cuanto la vieron.
Y así fue. Los primeros días todo resultaba relativamente incómodo, todas las atenciones, los cuidados, las buenas comidas, absolutamente todo.
Pero esa no es la cuestión. El dolor de cabeza llegó con su sed de poder. Deseaba entrenar todos los días, hasta llegar a ser una de las mejores ninjas que se encontraban en la aldea. Sin embargo, al parecer, se le iba a hacer imposible. Debido a qué, si bien es cierto que la aldea no era tan grande, no se dedicaban a las artes marciales. O mejor dicho, a entrenar a los chicos para volverlos ninjas.
Ese era el único punto negativo que le encontraba a su nuevo hogar. Las pocas maestras que había tenido, eran todas ninjas retiradas, que encontraron el potencial en ella y buscaban explotarlo.
Pero, a pesar de todo, al final todas y cada una de ellas se iban por una razón.
—"Ya aprendiste todo lo que tenía que mostrarte, no me necesitas más"— y simplemente no volvían a aparecer ante sus ojos nunca más. A veces hasta se enteraba que, algunas de ellas, se iban de la aldea.
Eso la molestaba, necesitaba encontrar con urgencia un lugar en donde ella pudiera aprender por completo, y seguir su deseo y sed de poder. Por las noches despertaba y salia de su habitación, para luego correr al bosque y comenzar a entrenar hasta que llegar la salida del sol, y ella volviera corriendo para no preocupar a sus padres adoptivos.
No era la vida que quería, pero era mejor que nada.
—Creo que ya aprendiste mucho de mi— la muchacha se tensó y le hizo señas de que se callara.
—Si lo que me vas a decir es que ya no me quieres enseñar más, porque según tú, ya aprendí todo lo que tenías para mostrar, mejor date la vuelta y no vuelvas a aparecer ante mis ojos— su maestra la miró un tanto nerviosa.
—No te comportes así, es que yo ya no sé qué más mostrarte— la chica se dedicó a mirarla unos segundos, a estudiarla para ver si le estaba mintiendo.
—Estoy cansada de que todas digan lo mismo, necesito a alguien que me muestre algo, que me haga sentir explotada todos los días, y que me dé la certeza de que no se irá aunque ya me mostrara todo sus cartas bajo la manga, y todos los jutsus que se sepa— la miró a los ojos, con toda la seriedad que pudo— siento que aquí jamás conseguiré eso.
Aunque no lo admitiera, aquella había sido la maestra que más le había agradado. La entendía, con todo y que no se conocían de mucho tiempo. Era como si ella fuera su hermana perdidas, además, de todas sus Sensei, ella era la más jóven. Todavía no podía creer que se había retirado.
Sospechaba que les había mentido con una supuesta lesión permanente que tenía en un brazo. Simplemente ella no le creía, como lo hacían sus padres.
—Mira...Conozco un lugar al que podemos ir, y te entrenarán hasta que te canses. Pero te advierto, el viaje es muy largo, porque la aldea queda lejos— eso llamó la atención de su alumna.
Quizá...No, eso era lo que ella necesitaba.
—Si quieres puedo hablar con tus padres, para que emprendamos el viaje en cuanto antes— tras unos segundos, la muchacha asintió.
ESTÁS LEYENDO
Bajo El Mismo Sharingan ((Sasuke Y Tu)) [EN EDICIÓN]
Random... Los personajes no son de mi pertenencia, Masashi Kishimoto es su creador. A excepción de ___.