Capítulo 28.

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Quedo hipnotizada mirando el reflejo que me devuelve el agua... Mi reflejo.

¿Qué proposito tendría Itachi para hacer esto?, mis ojos eran muy hermosos. Ahora me siento como una especie de Kakashi versión mujer.

Supongo que me colocaré alguna que otra máscara, para poder cubrir mi ojo. Quizá contacte con Kakashi para aprender a usar el Sharingan.

Aunque sería un poco estúpido, porque el Sharingan pertenece al clan Uchiha, y dos de ellos discuten por mí.

Sin embargo no quiero saber nada de ninguno de los dos, así que aprenderé sola... Nadie ha muerto por ello.

Me alejé del agua y caminé hasta donde me encontraba anteriormente, y cometí un terrible error, bajé la guardia.

Estaba tan concentrada pensando en qué sería de mi, ahora que sabía que tenía un Sharingan, que no me di cuenta, de que no estaba sola.

El kunai se deslizó por mi cuello, silencioso, mortal... Quizás estaba envenenado.

—Solo debes colaborar, y quizá no te pase nada — su grave voz en mi oído, me causó escalofríos.

—Maldición, apenas me acabo de quitar la venda y ya tengo gente tras de mío — esto es indignante. Reemplacé mi cuerpo por un tronco, pero aquel hombre fue más rápido y me atravesó el vientre con el Kunai.

—Tu sola te estás buscando las cosas — mi vista se nubló, joder, el kunai debe de estar envenenado. —eres de las que hablan mucho y no hacen nada, mira que débil estás — extrajo su arma y yo contuve un jadeo.

—S-Sasuke, esto no es gracioso — coloco una mano en la herida y me doy la vuelta, para mí gran desilusión la persona no estaba ahí ya.

El dolor de mi vientre era punzante, sin embargo no podía dejar de pensar en el hombre. Su voz sonaba algo opacada, seguramente llevaba una máscara puesta, pero... ¿Quién sería?.

Me senté junto a un árbol, y apoyé mi espalda en el tronco y cerré los ojos. A mi mente llegaron mis antiguos amigos, los de Akatsuki, y entre ellos... Tobi... Y Zetsu negro.

La voz de aquel hombre parecía una mezcla de las voces de ellos. Sonreí un poco y negué ante la idea. Nunca me harían daño.

—Me voy por un rato y te encuentras herida, me estoy replanteando tu fortaleza — abrí los ojos, y me encontré con Sasuke. Su mirada estaba clavada en mí, en mi rostro, en mi Sharingan.

—Ya podrás burlarte todo lo que quieras de mí en su momento, pero necesito ayuda... El kunai tenía veneno — mi vista comenzaba a tornarse borrosa, también empecé a tener frío. El veneno estaba haciendo efecto demasiado rápido.

Sasori...

El utilizaba mucho el veneno, si me viera en este preciso instante, me reprendería... Pero sin lugar a dudas sabría qué tipo de veneno es, y cómo curarme.

—Sasuke... —

—No hables, mientras más fuerzas guardes mejor —podia sentir su mano envolviendo mi cintura para poder levantarme

—Tengo frío idiota... Calientame — aún con mi malestar, sentí como Sasuke de inmediato se tensó.

—Hmph... Las cosas que dices cuando estás delirando — me aferré más a él.

—Creo saber que tú elemento es el fuego... Y yo tengo frío — traté de mirarle a los ojos, pero todo lo que veía era borroso.

[...]

—A-Agua — jadeo buscando el líquido preciado para mojar mis labios y mi garganta. Mi cuerpo pedía a gritos hidratación.

—No es agua precisamente, lo que te voy a dar — esa voz nuevamente... Ese hombre estaba donde sea que me encontraba, sin embargo me encuentro muy cansada para abrir los ojos.

—¡Dame agua! —tal vez estaba delirando en ese momento, pero sentí algo sólido caer por mi garganta. —¡Eso no es agua! —exclamé.

—No seas tan exigente, ya voy — esa era la voz de Sasuke, me levantó un poco y me ofreció la maravillosa bebida que tengo, al parecer, rato pidiendo.

Narra Sasuke.

—Sasuke... — miré por enésima vez, a la mujer que se encontraba a mi lado.

—¿Qué quieres ahora? — no puedo creer que hubiera sido lo suficientemente estúpida, como para dejarse envenenar.

Su herida ha ido curando con el paso de los días, a un paso sorprendente. Al parecer no va a dejar cicatriz.

No he pegado ojo desde que sucedió todo. De repente se despierta gritando que está sedienta, luego que tiene hambre.

Sus ojos estaban abiertos y me miraban atentos. Un ligero sonrojo se hacía presente en sus mejillas, y una pequeña capa de sudor la cubría.

Retiró su sábana y se acercó a mí.

—Ah, al parecer ya te puedes poner de pie, ya nos vam- —.

Se desplomó sobre mi, no me quedaba claro todavía, si es que se había desmayado.

—Vamos a por ese hijo que me pediste —.

Bajo El Mismo Sharingan ((Sasuke Y Tu)) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora