Al sentir los rayos del sol pegarle en el rostro, Jinki finalmente despertó.
— Buenos días. — Minho le saludó.
Jinki le devolvió el saludo y se frotó los ojos.
Al encontrarse completamente despierto, Minho le tendió un pedazo de pan y algo de fruta.
— Come y luego nos marchamos. — le indicó.
Jinki asintió y musitó un "De acuerdo".
Luego del rápido desayuno, emprendieron su camino hacia el castillo.
Caminaron con cautela y calma, deteniéndose solo al escuchar pequeños ruidos cerca suyo, por suerte, estos siempre resultaban ser provocados por pequeños animales.
Para cuando se dieron cuenta, la noche llegaba ya una vez más.
E igual que al día anterior, Minho fue quien se quedó haciendo guardia. A pesar de las insistencias de Jinki en ser el que esta vez se quedara vigilando. Pero Minho había estado firme con su decisión, por lo que el peliazul no tuvo más opción que dejar de insistir en el asunto.
— Ѻ —
Al día siguiente, retomaron su camino hacia el castillo.
Y a diferencia del día anterior, no escucharon a ningún animal cerca. Todo parecía demasiado tranquilo.
Siguieron por un par de horas más, hasta que finalmente el castillo se divisó a los lejos.
— Ya falta poco. — Minho murmuró.
Pero en seguida se escucharon unas ramas quebrarse al lado izquierdo.
Eran ellos.
Y lo peor, ya los habían visto.
— Corre. — Minho ordenó, blandiendo su espada.
— Pero...
— ¡Corre! — le gritó.
Y Jinki no necesito más, empezó a correr con todas sus fuerzas.
Eran seis demonios en total, de los cuales solo dos fueron tras Jinki.
— Vaya, parece que hoy ha sido nuestro día de suerte. — dijo uno de cabello color blanco, sonriendo de manera siniestra.
— Pues yo pienso todo lo contrario. — Minho casi escupió.
— Bueno, en ese caso veamos quien tiene la razón. — habló de nuevo peliblanco, blandiendo también su espada. Siendo imitado por los restantes.
Y sin más que decir, la búsqueda por ser el vencedor comenzó.
— Ѻ —
El castillo estaba cada vez más cerca, Jinki casi podía gritar de alivio.
Solo un poco más.
— ¡Detente ahí Sanador! — uno de los demonios ordenó a sus espaldas.
Y Jinki trató de correr aún más rápido, hasta que...
— Te tengo. — un demonio de cabello rojo lo tomo con fuerza del brazo.
— Bien hecho, Jerey. — le felicitó el segundo, sonriendo malvadamente.
— El Rey Kantlyos estará muy feliz con esto — habló de nuevo el primero, tirando del brazo de Jinki para que le siguiera. Pero Jinki estaba lejos de dejarse dominar por el miedo y no hacer nada.
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El último Sanador / OnHo
FanfictionEn un mundo muy diferente al de los humanos el último sanador de los guerreros y guardianes ha muerto. Pero antes de hacerlo, revela un secreto al líder de los guerreros, quien teniendo nuevamente una pequeña esperanza, decide enviar a uno de los me...