Capítulo 4

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Taekwoon golpeó con incontrolable enojo la mesa de madera provocando con ello que un par de pergaminos se manchasen con la tinta negra que se derramó ante el acto.

Pero poco le importó.

Llevó ambas manos a su rostro y las dejo ahí por unos minutos. Con el enojo, frustración y desesperación dominando todo su ser. 

Pero no era para menos, no con la situación complicándose en ultimo momento. Cuando los malditos demonios habían decidido aparecerse cerca del castillo dos días seguidos, ¡Dos malditos días! y lo peor, que parecían sumamente tranquilos, sin mostrar señales de querer atacar a alguien, como si solo esperasen por algo.....

Y Taekwoon lo sabía perfectamente, no era un algo, sino un alguien.

No había dudas, no podía ser otro más que el hijo de Junsuk, el último sanador...

— ¡Maldita sea! — otro nuevo golpe contra la madera resonó en la sala personal. Y no fue el único, pues a éste le siguieron un par más. 

Hasta que finalmente la ira pareció disminuir.

Por lo que encontrándose ya un poco más calmado, removió los pergaminos manchados en busca de uno limpio.



— Ѻ —


El día acordado había llegado.

Dos días, solamente dos días había pedido Jinki antes de abandonar aquello que desde pequeño había conocido.

El día después de haber aceptado ir con el ojiverde, asistió puntual a la universidad, e incluso fue a trabajar con normalidad. 

Pero el día después de ese, planeó algo más distinto. Decido recorrer por última vez las calles que jamás pensó extrañaría algún día, las tiendas que solía frecuentar en sus días libres: ya fuese él solo o con el que en ese momento había sido su novio. Lo que lo llevó a recodar momentos alegres junto a él y que en su momento lo habían hecho sentir dichoso. Y que sorprendentemente ya no le hicieron sentir tanto dolor como antes.

Por ultimo, regresó al lugar que para él había sido especial cuando era niño, aquel en el que él y su madre compartían momentos llenos de diversión y tranquilidad, y que durante todo la semana ansiaba por visitar y que quedaba justo a una pocas cuadras de su casa.....el parque.

— Listo? — Jinki dio un pequeño respingo al escuchar la voz de Minho a sus espaldas, pues toda su atención la tenía en la imagen que desde el pequeño balcón de su apartamento podía apreciar, los edificios, las pequeñas casas, y las personas que transitaban a esa hora de la mañana.

— Estoy listo — asintió dirigiendo sus pasos al interior del apartamento. Se acercó al sofá y tomó una pequeña mochila que contenía solo lo que él creía sería necesario. Pues Minho le había dicho que a donde irían no necesitaba nada tecnológico debido a que no había energía.

El peliverde se acercó a él y le tendió la mano. Ante lo que Jinki también levantó la suya, pero justo cuando estaba por tomar la contraria, alguien apareció junto a ellos.

— Iserlene — llamó Minho a la fémina con desconcierto.

— Hola Minho — saludó la joven de ojos color miel y cabello negro que caía hasta sus caderas. 

Pero la increíble belleza de esta no fue lo que llamó la atención de Jinki, sino su vestidura. 

Puesto que usaba una armadura que cubría parte de su cuerpo, siendo estos: brazos, hombros, manos, pecho y espalda. Además de usar un par de botas de cuero que cubrían hasta la mitad de sus piernas. Dejando ver solamente un poco de piel debido a la falda corta. Luciendo simplemente hermosa pero a la vez intimidante.

El último Sanador / OnHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora