Capítulo 9

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Una semana había pasado ya desde la llegada de Jinki al castillo, y la alegría por ello era en verdad palpable en el ambiente, todos parecían más animados y aliviados desde que Taekwoon había dado la noticia al tercer día de la llegada del peliazul.

 Pero por encima de todos, había alguien cuya felicidad iba más allá que un mero alivio.

— Jinki, me gustaría hablarte de algo que...

— ¡Jinki ven rápido! — gritó al momento una voz a espaldas del mencionado, quien en seguida volteó y asintió a la persona que le llamaba. — Disculpa pero...

— Tranquilo, mejor hablamos mañana. — Minho — quien ya se encontraba perfectamente bien del brazo — le sonrió con comprensión, restandole importancia al asunto.

Aunque en realidad era lo contrario.

— De acuerdo, entonces será hasta mañana. — Jinki le sonrió a modo de disculpa y rápidamente entró a la habitación donde antes momentos había entrado Lyaneri; su asistente de curación. 

El peliverde suspiró con desanimo y derrota, se dio la vuelta y con pesar se dirigió hacia el otro lado del castillo; que era donde se encontraba su habitación.




— Ѻ —

— Bien, ¿Qué es lo que sucede? — Jinki preguntó mientras se acercaba a DanJoo; un guerrero que había sido atacado horas antes por un par de demonios mientras se dirigía al castillo.

— Dice que siente un fuerte dolor en la costilla izquierda, pero se opone a que alguien que más que no sea usted lo revise. — dijo la Faentina de orbes color miel.

 — Bien, en ese caso no te preocupes, ya puedes retirarte. — el peliazul le sonrió a Lyaneri.

Sonrisa que fue correspondida por la Faentina antes marcharse, dejando solos al guerrero y sanador.

— ¿Te duele demasiado? — Jinki inquirió al tocar el lugar que se encontraba vendado.

— Un poco... — respondió el guerrero, removiéndose ligeramente y haciendo una pequeña mueca de dolor.

Jinki asintió y cerró los ojos. Concentrándose más de esa forma, e inmediatamente, una una luz resplandeciente color celeste con ligeros toques de color violeta salió de las  palmas de sus manos.

Era así como funcionaba su habilidad de sanador.

Pero como era que lo sabía?

Sencillo, al momento de enterarse que un par de guerreros estaban heridos gravemente a causa de los demonios, su mente le había hecho pensar rápidamente en Minho, en como bien éste podría haber sido uno de ellos. Razón por la que al tercer día de su llegada había pedido hablar con Taekwoon nuevamente, algo que por supuesto, tomó por sorpresa al líder de los guerreros; pues pensaba darle al peliazul por lo menos una semana para que se adaptara un poco a su nueva vida, pero aún así, no se negó, claro esta.

— Pero no siento nada. — Jinki murmuró todavía sin abrir los ojos y frunciendo el ceño.

Después de eso, todo pasó tan rápido que Jinki ni siquiera tuvo oportunidad de reaccionar con rapidez cuando con brusquedad y enorme fuerza, fue empujado sobre la cama y su nariz y boca fueron cubiertas por una tela húmeda.

Intentó liberarse, pero el contrario lo tenía bien sujeto y le ganaba en fuerza, por lo que sus esfuerzos resultaron completamente inútiles.

Un débil "Lo siento" fue todo cuanto escuchó del contrario antes de perder la consciencia.

El último Sanador / OnHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora