Epílogo

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El día era perfecto.

Con el clima fresco y la brisa empezando ya a soplar un poco más fuerte que antes, moviendo las ramas de los árboles de un lado a otro, mientras la luz del sol las bañaba con el suave y hermoso color naranja del atardecer. 

Simplemente un día perfecto.

— Creí haberte dicho que no salieras hoy. —

La voz profunda de Minho y sus brazos rodeandole por la cintura desde atrás hicieron a Jinki sonreír con ternura antes de contestar:

— Y yo creí haberte dicho que estaba aburrido. — para luego girarse y poner ambas manos a la altura del pecho de su esposo.

— Lo sé, amor mio, pero venir al lago fue algo un poco imprudente de tu parte. ¿No crees? — le reprendió el peliverde, dándole un dulce beso en la punta de la nariz.

— Tienes razón. — acordó Jinki sonriente. — Pero lo que importa ahora es que ya no estoy aburrido y tu estás aquí ahora, conmigo, con nosotros. — dijo esto ultimo llevando una de sus manos a su estomago, ahora abultado debido al embarazo; cuya fecha estaba prevista para dentro de un par de semanas.

Hecho que por supuesto, tenía a todos en el castillo como locos de la emoción. Tanto que hasta ya habían decorado la habitación que sería para el pequeño Junsuk, que es como Minho había decidido nombrar a su hijo en honor al hombre que tanto se había ganado su respeto y admiración. Además por ser también el padre del hombre más maravilloso, increíble y hermoso que jamás hubiese conocido en su vida, su amado Jinki. 

Detalle que sin lugar a dudas conmovió el corazón del peliazul.

— Volvamos ya. — dijo Minho acariciándole las mejillas.

Jinki negó y le tomo de las manos, deteniendo las suaves caricias en su rostro.

— Solo un momento más. — pidió depositando un casto beso en sus labios. Para luego girarse y centrar de nuevo su atención en el pequeño lago y, los niños que se encontraban ahí, jugando en la orilla siendo acompañados por sus madres. 

Y pensar que dentro de poco él estaría ahí acompañando también a su hijo...

Minho por otra parte, no dijo nada. Solamente se quedó a su lado, haciéndole compañía. Mirando hacia el frente pero sin prestar atención alguna. Puesto que sus pensamientos viajaron al pasado...

Desde el primer día en que conoció a Jinki, hasta cuando le encontró al finalizar la batalla.

Mal herido y casi inconsciente.

Y el como le invadió un enorme sentimiento de impotencia al verle en tal mal estado y no poder ayudarle en nada.

El como por el siguiente par de semanas a penas y pudo pegar el ojo debido a la preocupación que sentía al ver a Jinki en cama, en ese estado de sueño profundo en el que parecía haber entrado. Y que, afortunadamente, llegó a su fin dos semanas después. 

También recordaba el como tiempo después de su despertar estuvo al lado suyo, acompañándole, mientras terminaba de recuperarse. Hasta cuando finalmente todo mejoró y pudo confesar al fin sus sentimientos.

— Oh maldición. — escuchó decir a Jinki en ese momento, tomándole seguido fuertemente del brazo.

Por lo que Minho, extrañado, le dedicó una rápida mirada evaluativa por todo el cuerpo antes de preguntar con clara preocupación en la voz.

— ¿Qué sucede? —

Pero el contrario no respondió, solamente le dedicó una mirada furtiva que le dio a entender de inmediato la situación.

El último Sanador / OnHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora