Capítulo 3

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—  Oye, estás bien? — preguntó, sin embargo al segundo después se arrepintió por ello, puesto que recibió una mirada entre sorprendida y divertida del contrario.

—  Significa que ya me crees?  — un toque de sarcasmo fue evidente en la voz del peliverde.

Un bufido escapó de los labios de Jinki ante ello.  — Eso nunca pasará  — masculló.  — Solo quería preguntarte si estabas bien  — murmuró.

—  Preocupado?

La sonrisa que los labios del contrario esbozaron no hizo más que irritar al peliazul.  — Ya quisieras  — espetó desviando su mirada hacia otro lado que no fuera el rostro del contrario.  — Lo único que me preocupa es que asustes a los clientes con tu apariencia, que más parece que vas a morder a alguien.

—  Morder a alguien? De qué estas hablando?  — con el ceño fruncido Minho no pudo evitar preguntar.

—  Sí, ya sabes...  — la mirada celeste se conectó con la verde.  — Luciendo todo pálido y débil, como si fueras un vampiro que no ha bebido sangre en días  — Jinki explicó.

Provocando inevitablemente, que una risa estruendosa escapara de los labios contrarios. 

—  Estoy seguro que eres el único que piensa tal tontería  — dijo Minho limpiando una pequeña lagrima que había logrado escapar de sus verdes ojos.

— Quien sabe..  — Jinki se encogió de hombros.  — Tratándose de ti estoy seguro que inventarías algo así — se defendió. Y una nueva risa invadió al contrario.

Reacción que solamente hizo al peliazul rodar los ojos de fastidio. 

Sin embargo, instintivamente no pudo evitar alertarse al ver que Minho detenía su risa abruptamente, fruncía el ceño y su mirada verde se oscurecía.

—  ¿Qué...qué sucede?  — con un temor inexplicable Jinki preguntó, colocando una mano sobre el hombro del ojiverde, pero en lugar de obtener una respuesta de éste, fue empujado detrás suyo.

Acción que hizo a Jinki sentir desconcertado, pero al querer saber que era lo que sucedía, Minho lo tomó de la muñeca con fuerza y empezó a arrastrarlo con él, iniciando así una carrera de la cual, Jinki no sabía el motivo . Pero pese a todas sus protestas, el contrario no lo soltó en ningún momento, diciéndole solamente que corriera más rápido.

Con el miedo creciendo cada vez más, finalmente después de un par de cuadras, Jinki logró soltarse del agarre del ojiverde.

—  Cuidado!  — Minho gritó, antes de abrazarlo con fuerza para luego empujarlo al suelo.

Con los ojos cerrados y el peso del cuerpo contrario, la respiración de Jinki se hizo más irregular, que hasta incluso pensó que su corazón saldría de su pecho.

Al sentir como el peso contrario desaparecía, empezó a abrir sus ojos con lentitud, encontrándose con una imagen que sin duda, jamás hubiera esperado ver; llamas color rojas y dagas siendo lanzadas en su dirección, pero siendo increíblemente detenidas a tiempo por Minho.

Jinki, no queriendo creer lo sus ojos veían, quiso levantarse del suelo, pero parecía que su cuerpo no respondía como el quería, por lo que en su lugar empezó a arrastrarse hacia tras, tratando de alejarse lo más lejos posible de allí.

—  Entregame al sanador!  — demandó el que los atacaba, alguien que Jinki dudaba, fuera completamente humano...

Porque, ¿Quien tendría los ojos completamente rojos y lanzase llamas rojas directamente de sus manos? No una persona común y corriente por supuesto, porque eso era algo que definitivamente, nadie haría.

El último Sanador / OnHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora