Orgullo benevolente -------- Luna Sangrienta.

IX.- Luna sangrienta.

Zed también había sentido en algún momento la ira de Dian correr a través de sus manos, tal parece que solo cuando pierde el control y se quiere desquitar usa a los asesinos para saciarse, qué ternura de invocador no quisiera que se fuera jamás de mi lado.

La pelea entre Zed y yo no cedía, sus sombras eran muy lentas para mis balas, la desventaja de un invocador sobre un campeón en su mundo era notable, Dian derrochaba un odio parcial hacia Zed, ella me había dicho que era un invocador de defensa pero no un asesino, sin embargo me estaba otorgando todos esos sentimientos, me estaba dando su esencia asesina para protegernos, muy contradictorio de su parte pero era aceptable para mi, Zed no encontraba la forma de romper nuestra conexión podía sentir su recelo hacia ella,deseaba tener ese poder para poder explotar las sombras a su antojo, no imaginaba un mundo dominado por los sentimientos de Dian y las sombras de Jonia, para detonar esos sentimientos se tenia que activar el detonante mayor debía sentirse amenazada, atacar algo que ella quisiera, ponerla entre la espada y la pared, solo así dejaba explotar sus emociones,no imagino como seria con cualquier otro invocador esta situación, sin embargo, Zed parecía ceder muy fácilmente a mis ataques, no bajaba la guardia pero me era muy fácil acertar tres ataques pero no el cuarto, parecía tramar algo cada vez que mi cuarto golpe le daba entre sus manos.

-A este paso quedarías hecho cenizas Zed, mejor déjanos ir- le decía burlándose de sus movimientos.

- ¿Eso crees Jhin?, estas tan ocupado mostrándome la capacidad de un invocador en nuestro mundo que viste que tu invocador es un blanco perfecto para los Darkin.

-¿Qué dices?

-Yo también conozco a Dian y es un invocador de defensa jamás asesino, es de los pocos invocadores que saben transmitir su odio con nosotros, es divertido tenerlos, sin embargo, ya había pensado intentar traer alguno aquí para medir ese poder, pero tu me ahorraste ese trabajo, el alma de Dian está ardiendo en odio contra mi que no a visto que abrió la puerta a su muerte...despídete de tu invocador-

-Su odio...¡DIAN!

Voltee hacia Dian y Rhaast estaba a sus espaldas.

-¡Niño tonto!

-¡Dian!-

-¿Ah?- Rhaast se clavó en ella sin temer a las consecuencias.

-¡No, Dian!- sentí como su alma empezaba a desaparecer de la mía.

-Jhi....Jhin...- brotaba sangre de su boca mientras su mirada se perdía en el vacío que Rhaast había formado.

-Ahora será uno con Rhaast y se quedará aquí con nosotros, después sera nuestro sirviente- las palabras de Zed me dejaron sin aliento- ¡Vamos Rhaast, acaba con Jhin y para poder irnos de este lugar-

El alma de Dian desapareció unos momentos, esta era la ruina de Runaterra, el poder de un invocador en manos equivocadas podrían destruir nuestro mundo.

-¡Qué poder tan majestuoso!- gritaba Rhaast - ¡Eres mejor cuerpo que Kayn, este es tu fin Jhin y toda Runaterra-

"Nunca toques sentimientos que unen, Rhaast", podía oír la voz del guardián de los sueños de Dian.

-¿Disculpa? ¿Qué sucede? ¿Me está rechazando?-

De pronto un rayo de esperanza surgió, la esfera del invocador envolvió a Rhaast y Dian en una luz roja , "No soy, tu sirviente", Dian con ayuda de la esfera, expulsó al Darkin de ella lanzandolo lejos, fuera de la cueva, al volverse todo más claro, Dian había caído de rodillas mal herida.

-Jhi...Jhin...vete...- cubría con sus manos la herida hecha por Rhaast.

Observe el hilo de conexión, estaba desapareciendo, su tiempo conmigo se terminaba asi como su propia vida estaba en riesgo.