Nervios.
Las manos me sudaban, era la última clase del día y Jisoo aún no se me acercaba para hablar del supuesto trabajo, obviamente ya no lo iba a hacer pues necesito de mis pulmones y corazón para seguir viviendo los años que me quedan.
Miré otra vez la tarea de filosofía rezándole al Padre Celestial para que no se me fuera a olvidar hacerla otra vez, en lo que yo escribía y analizaba llamaron al maestro a fuera.
Pensé en –como siempre– sacar uno de mis libros incompletos y leerlo pero, Jesús Santísimo, Jisoo se paró de su asiento y con desición vino hacia mí.
Comencé a tener un mini descontrol en mi cabeza donde todas las Jennie's corrían desesperadas buscando ideas de cómo no morir de nervios o de cómo no hacer el ridículo.
— ¡Hola Jennie!— saludo entusiasmada, pestañe un par de veces y mi sonrisa flaqueó para convertirse en una mueca. El simple hecho de oír decir mi nombre me ponía mal... Un momento ¡SE SABE MI NOMBRE!
Controlé a todas las minis yo antes de hablar alguna estupidez igual que cada vez que me ponía extremadamente nerviosa. — H-hola Jisoo.
Genial Jennie querida.
— ¿Dónde haremos el trabajo? Falta una semana pero quiero empezar cuanto antes, ¿y si lo hacemos en tu casa hoy y luego en la mía?— como una tonta asentí a todo lo que dijo; no me podía concentrar, su voz su aroma, su sonrisa.. su todo.—Estupendo, nos vemos en la salida, ¡hasta luego!
En tu casa... Nos vemos en la salida... ¿Qué? No jueguen, estoy totalmente perdida.
