PRIMER ACTO (PARTE II)

863 69 5
                                    



DOS DÍAS DESPUÉS


PLAZA DEL PUEBLO

Mientras los lugareños van y vienen se escuchan las trompetas, salen personas desde el interior de sus casas a observar curiosos los acontecimientos.

- ¿Qué significa esa trompeta? - pregunta una curiosa.

- ¡La gran novedad, vengan a ver! - dice un jovencito.

- ¿Qué sucede? - pregunta una de las curiosas.

-En una carroza dorada ha llegado un señor forastero. ¡miren qué noble semblante!¡Qué vestiduras! ¡Qué brillante equipaje! - alaga un curioso.

-Cierto, cierto, debe ser un gran personaje... Un barón o un marqués de viaje... Alguien muy importante... Quizás un duque... o algo más. Observen... avanza, se acerca, ¡Quítense las gorras, vamos, vamos! -

(El Doctor Mon El, de pie en la dorada carroza, teniendo en la mano papeles y botellas. Detrás de él, un servidor toca la trompeta. Todos los campesinos lo rodean)

-rústicos campesinos; atentos y no digan ni una palabra, ya supongo e imagino que lo mismo que yo saben que soy aquel gran médico, doctor enciclopédico, llamado Mon El, cuya virtud distinguida y su infinito portento son conocidos en el universo... y otros lados soy benefactor de los hombres, curador de males, en pocos días evacuo y limpio los hospitales, y voy vendiendo la salud por todo el mundo, cómprenla, cómprenla, que se la doy barato. Y es este odontológico y admirable licor, de insectos y ratones poderoso destructor, cuyo certificado auténtico, embotellado, tocarlo, mirarlo y leerlo a cualquiera dejo yo. Gracias a este específico y simpático milagroso, un hombre sexagenario valetudinario aún se convirtió en abuelo de diez niños. Por este "toca y sana" en breves semanas más de una afligida viuda de llorar cesó.

Ustedes, severas matronas ¿quieren rejuvenecer? sus arrugas incomodas con esto se quitarán. ¿Quieren, doncellas, tener suave la piel? ¿Quieren, jóvenes galantes tener siempre amantes? ¡Compren mi específico que por poco lo doy! Mueve al paralítico, sana al apopléjico, al asmático, al asfixiado, al histérico, al diabético, restablece el tímpano, robustece al raquítico, y hasta cura el dolor de hígado que últimamente está muy de moda. ¡Compren mi específico que por poco lo doy! Lo he traído por correo desde miles de millas lejanas. Me dirán: ¿cuánto cuesta? ¿Cuánto vale la botella? ¿Cien escudos?... ¿Treinta?... ¿Veinte? No... que nadie se desanime.

Para probar mi agradecimiento por tan cálido recibimiento se los dejaré, oh buena gente, por un escudo nada más. -

- ¡Un escudo! ¿Es verdad? - murmuraba la muchedumbre.

-Hombre más generoso nunca habrá. - gritó alguien por ahí.

- ¡Aquí esta: ¡el estupendo, el balsámico elixir! a toda Europa lo he vendido a no menos de nueve liras: pero como es cierto que he nacido en este país, por tres liras lo dejo; solo tres liras a ustedes pido: Esta claro como el sol que cualquiera que lo quiera un escudo contante y sonante en su bolsillo hago entrar. ¡Ah, cálido afecto de la patria! ¡Grandes milagros puedes hacer! - anunció el doctor a la muchedumbre

-qué hombre tan bondadoso- clamaba la muchedumbre a la vez que pedían de tan milagros elixires.

-Quizás el cielo mando expresamente por mi bien, a este hombre milagroso y sabio al pueblo. Su ciencia pondré a prueba- pensó la rubia campesina mientras caminaba al encuentro del afamado doctor - ¡Doctor!... perdone... ¿Es verdad que posee portentosos secretos? - preguntó tímida.

EL ELIXIR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora