SEGUNDO ACTO (PARTE II)

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-Las fiestas nupciales, son muy placenteras; pero lo que más me gusta de ellas es la agradable visión del banquete. - decía Mon El mientras bebía.

Por otro lado, Kara no había logrado encontrar al doctor en su posada, así que resignada se encaminó a casa de la mujer dueña de sus suspiros -He visto al notario- dijo alarmada -Sí, lo he visto... No hay esperanza para mí; tengo el corazón roto. - aminoró su marcha mientras empezaba a llorar otra vez. Entro a casa de su amor perdido y en el salón encontró al doctorcillo cantando entre dientes muy contento.

- ¡Usted aquí, doctor! - dijo Kara con esperanzas renovada mientras limpiaba sus ojos con las mangas de su camisa.

-Sí, me han invitado a una cena, estos amables esposos; y me entretengo con estas sobras. – le restó importancia.

-Yo estoy desesperada, estoy fuera de mí, Doctor, tengo necesidad de ser amada... antes de mañana... ahora mismo... –clamó la campesina.

- ¡Cielos, está loca! - pensó Mon El levantándose de su asiento. -Bebe el elixir y todo se solucionará. – dijo a la pobre muchacha.

- ¿Y verdaderamente seré amada por ella?... -

-Por todas: te lo prometo, si quieres anticipar el efecto del elixir bebe ahora mismo otra dosis. - propuso el doctor -Yo partiré en media hora. - pensando.

-Querido doctor, deme otra botella. -

-Con mucho gusto me agrada poder ayudarte. ¿Tienes monedas? -

- ¡Ah, ni una sola! – la campesina apenada palpo sus bolsillos, pero no tenía ni un céntimo.

-Querida mía, la cosa cambia de aspecto, ven en el momento en que las tengas, estaré aquí cerca, en la hostería de la Perdiz, un cuarto de hora tienes de plazo. - dijo fingiendo pesar a la vez que salía del recinto.

Kara al escuchar la respuesta del médico se sentó en una de las sillas, pensaba en las desventajas que tenía al nacer pobre - ¡Oh, qué infeliz soy! - estaba muy triste, quería llorar otra vez, su corazón no aguantaba más.

James estaba por estallar en jubilo -La mujer es un animal extravagante, Lena me ama, de casarse conmigo está contenta, pero difiere el compromiso hasta esta noche. - canturreaba mientras entraba al salón.

- ¡Aquí viene mi rival! Le rompería la cabeza con mis propias manos. - susurraba mientras halaba sus dorados cabellos.

- ¡Y bien! ¿Qué hace aquí esta baqueana*? – pensó James. - ¡tú, jovencita! ¡Qué te perturba! -Le preguntó curioso.

-Estoy desesperada, porque dinero no tengo...Y tampoco sé dónde encontrarlo. – respondió mientras lagrimeaba.

- ¡Eh, estúpida! Si dinero no tienes, alístate como soldado... y veinte escudos tendrás. -

- ¡Veinte escudos! – exclamó la campesina sorprendida.

- ¡Bien sonantes! -

- ¿Cuándo? ¿Ahora mismo? - estaba apurada, necesitaba el dinero.

- ¡Al instante! -

- ¿Qué debo hacer? – meditó.

-Y con el dinero, gloria y honor hallarás en el regimiento. - intentaba convencerla.

- ¡Ah! No es ambición lo que seduce a mi corazón. - dijo la pueblerina con ojos soñadores.

-Si es amor, en la guarnición no te puede faltar el amor. -

-Al peligro de la guerra sé bien que estoy expuesta, que mañana a la madre patria, tío, amigos, ¡ay! Abandonaré, pero sé que este es el único camino que me queda para poder triunfar en un sólo día en el corazón de Lena. ¡Ah, si consigo el corazón de Lena, bien podría morir después! – ya había tomado una decisión.

-Al son vivaz del tambor, entre las filas y banderas, le gusta al amor vagar, con las alegres cantineras. Siempre alegre, siempre contenta, tendrás mujeres por centenares, de constancia no te aburrirás, no tendrás tiempo de suspirar. Créeme, la verdadera alegría, acompaña al militar- siguió James.

- ¡Veinte escudos! – recordó la inocente.

-Al instante. -

-Entonces, me alistaré. Prepáralos. – dijo firme.

Pero el contrato primero debes firmar, haz una cruz aquí. – indico el militar.

Kara firmó el contrato y tomó el dinero.- al doctor voy corriendo a buscar. – estaba muy feliz.

-Dame la mano, jovencita, me alegro de la adquisición,me parece que, mejor o peor, tu eres una buena muchacha. Pronto serás cabo sisigues mi ejemplo – le dio la mano a la campesina. -He alistado a mi rival. ¡Otracosa que narrar!- pensó el malicioso hombre.






Ay Karita pendeja, que has hecho... te le aventaste a los lobos... que amor el que le tiene la campesina la ingrata terrateniente, en definitiva no la merece...

EL ELIXIR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora