INTRODUCCIÓN

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Jimin se espabiló cuando el anuncio salió de los altavoces diciendo que la música en vivo estaba a punto de comenzar. Las calientes luces del escenario eran sin duda deslumbrantes mientras la banda tomaba su lugar y el cantante recogía el micrófono del soporte. Todos los músicos eran hermosos a su manera, Jimin suponía. Cada uno de ellos tenía ese estilo punk/rock/alternativo que hacía que los pantalones rasgados, las camisetas oscuras y los piercings pareciesen de alta costura, pero fue uno en particular el que llamó la atención del demonio. Sin duda, al igual que cualquier grupi en el público Jimin estaba interesado en el cantante... aunque quizás estaban interesados por diferentes razones.

Vio que la música empezó a sonar y el cantante cerró los ojos con fuerza, muy probablemente para evitar ser deslumbrado por las calientes bombillas por encima de su cabeza. Jimin sabía por experiencia que producían más calor que una antorcha tiki empapada en gasolina. La canción era un ritmo lento y después de un minuto el hombre obligó a sus ojos a abrirse para mirar por encima de la audiencia. Jimin le devolvió la mirada, consciente de los curiosos miembros de la multitud que suspiraban agradecidos mientras la música se filtraba en sus mentes.

La vibración del bajo junto con el lento rasgueo de la guitarra eran como un sedal musical colgando sobre ellos. El anzuelo de la canción los adentró en un mundo de noches oscuras, sexo y tal vez algo de peligro. El cantante abrió la boca y acercó el micrófono a sus labios, empujando hacia el público las palabras por las que vivía. Era la canción de su alma y su alma era exactamente en lo que Jimin estaba interesado.

-¿Estás seguro que puedes encargarte de ese? -Su hermana, Aria, preguntó, tomando un sorbo de su botella de cerveza. Su mirada nunca se alejó del sudoroso aunque magnífico hombre en el escenario. Jimin sentía la misma atracción. El hombre era sin duda atractivo. Su figura alta y musculosa absorbía la luz de las bombillas por encima de su cabeza. Hacían resaltar la belleza de la piel suavemente bronceada y el brillo metálico de sus pezones perforados. Su oscuro cabello rubio caía sobre sus ojos, ocultándolos de la vista, y se enroscó en su nuca de la manera más ingeniosa.

La banda Ricochet Romance estaba abriendo el show para otro grupo alternativo de gran renombre en el club Ecstasy de New Orleans. El objetivo de Jimin era el líder del grupo. Kim Taehyung.

-Los apasionados son los más fáciles de atrapar -Jimin murmuró. Se humedeció los labios y observó una gota de agua mientras avanzaba lentamente por el frente del pecho desnudo de Taehyung, luego hacia abajo por la superficie ondulante de su abdomen. Su estómago retumbó con apreciación-. Además, es un músico joven y desesperado. ¿Qué tan difícil puede ser?

-Eso dices ahora, pero ya sabes lo que pasó con Christoff. Cuando te liaste con ese pequeño artista en Sicilia la mierda golpeó al fan. Dos años después de su contrato era humano y su alma se movió al montón de no-molestar. -Ella sonrió y apartó sus trenzas rubias que alcanzaban su cintura por encima del hombro y le dio una sonrisa coqueta al desesperado hombre que pagaba sus bebidas. Echó a correr hacia el bar y ella regresó a su discusión. -Los apasionados son con los que debes tener cuidado. Eso es Íncubo 101, hermanito.

Jimin resopló. -No voy a ser víctima de las penas de amor, hermana. Dame un poco de crédito. Soy nuevo en esto, pero no así de nuevo.

Aria lo miró y sus demoníacos ojos azul claro brillaron mientras consideraba su terquedad. -Será mejor que no arruines la misión. Lo digo en serio. Si el gran jefe pierde otra alma por tu blando corazón, vas a pagar por ello.

Jimin hizo una mueca, pero no dio ninguna respuesta. Sabía muy bien con que tendría que pagar si el rey de los Íncubos, Dominic, alguna vez tuviera el valor para hacer la vida de Jimin aún más miserable. Ya estaba en periodo de prueba por negarse a firmar un contrato con un humano. Dominic no había estado muy contento con su rendimiento y lo había puesto a prueba. Los empleos basura que Jimin había tenido desde entonces, eran suficientes para hacer que quisiera suicidarse. Si hubiera sido mortal, por supuesto. El alma prístina de Taehyung era su boleto de salida del infierno por así decirlo. Robar el alma del músico era su última oportunidad.

El hombre quejica volvió con otra cerveza y Aria le entregó la botella vacía para que la tirara. Ellos observaron en silencio mientras Taehyung acunaba el micrófono junto a su boca y cantaba con una voz que haría llorar a un ángel. Se acercaba el final de su tiempo y el íncubo sabía que debía estar preparando pero no era capaz de despegarse de la inquietante belleza de su voz.

-Sueño contigo -canturreó Taehyung. Su voz era un ronroneo sexy que causó que Jimin temblara con apreciativo deseo-. Sueño sólo contigo. Mi rosa. Mi demonio. Mi amor prohibido.

La música vibró en un último crescendo antes de desaparecer hasta que no quedó nada, salvo el rugido de la multitud.

-Es hora de irse, Jimin -Aria le recordó en tanto los humanos en el escenario saludaban a la entusiasta multitud y salieron por la izquierda dando espacio para el evento principal. Jimin se liberó de su hechizo con un movimiento de cabeza.

-Sí. Tienes razón. Te veré después -dijo con un gesto de despedida.

Ya era hora de ir a trabajar pero sabía que era un trabajo que iba a disfrutar plenamente. Taehyung era demasiado guapo para no hacerlo.

-¡No te distraigas! -Aria gritó por encima de la multitud mientras Jimin se alejaba-. ¡Lo digo en serio, Jimin!

Él murmuró algo que ella no pudo escuchar y le mostró el dedo medio por encima de las cabezas de la multitud en caso de que su mensaje no fuese claro. Podía hacer este trabajo. Haría este trabajo. No tenía ni una jodida elección.

Pacto - VMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora