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Tres conmovedoras notas tocadas al unísono en el teclado mientras Taehyung hacía otros garabatos en el papel. Él estaba tratando de escribir una nueva canción y hasta ahora sólo había podido encontrar la melodía correcta. Tocó lo que había escrito y comenzó a cantar:

"No deseo romance cuando amar es la última cosa en mi mente,

No me digas que me adoras cuando no eres uno de los míos,

Así que detén tus besos egoístas y el charco de lágrimas inútiles,

Luchas una batalla perdida, una que has perdido durante años".

La canción se detenía allí y la frustración corrió por su sangre. Sería una hermosa balada si pudiera encontrar la inspiración. Entonces una voz se elevó de la nada.

"No puedo permitirme amarte y no puedo permitirme morir,

Amarte es como un veneno y está envenenando mi mente,

No me malinterpretes, es a ti a quien deseo,

Pero hacerlo significa amarte y ese es el camino del fuego".

La cabeza de Taehyung se levantó rápidamente cuando un coro que respondía resonó en el apartamento. El demonio se reclinó en el sofá cantando a todo pulmón las notas que Taehyung había estado buscando, durante más de una hora. El demonio sonrió y se encogió de hombros ante su expresión de asombro.

—Soy conocido por cantar karaoke de vez en cuando —ofreció Jimin.

—Eso fue perfecto. Gracias —dijo Taehyung con una sonrisa. Anotó las palabras, tarareando la melodía que Jimin había cantado—. Lamento haber sido desagradable antes. No esperaba que te marcharas tan pronto después de hacerlo.

Su estado de ánimo era como aceite ardiendo, se encendía caliente y brillante por un minuto, pero se calmaba muy rápidamente. No mencionó que se sintió sorprendentemente completo cuando había sostenido al demonio en sus brazos y que se había sentido herido por el persistente rechazo de Jimin a hacer el amor en favor de un compromiso 'más importante'.

—No hay problema. Lamento haberme ido. ¿No sabes acaso cuánto te deseo? —Jimin tapó su boca con su palma como si hubiera dicho demasiado.

Taehyung frunció el ceño. —¿Estás borracho? Ni siquiera es la una de la tarde.

Jimin se encogió de hombros. —Nunca me he sentido así antes. No sabía qué hacer. No te preocupes, como demonio mi constitución es mucho más fuerte que la tuya. El tequila desaparecerá en una hora más o menos. Eres tan condenadamente hermoso, ¿lo sabías? Cuando cantas todo el mundo ve lo especial que realmente eres. Cuando cantaste en el club sentí como si cantaras sólo para mí. Tienes un gran talento, Kim Taehyung.

Taehyung se sonrojó ante el cumplido.

—Eres increíblemente sexy cuando te ruborizas —el demonio añadió con un suspiro.

—Gracias —dijo en voz baja—. Sabes que eres muy bueno. He estado atrapado en esa estrofa por horas. —Hizo una pausa. —¿Quieres ayudarme con esto mientras se te pasa la borrachera?

Nunca había dejado que alguien trabajara en sus creaciones. Ni siquiera sus compañeros de banda llegaban a ver las canciones en producción. Él las escribía porque venían de su alma. Escribir música era como estar poseído, a falta de un término más descriptivo. Tenía que escribir las letras que aparecían en su mente o de lo contrario se volvía irritable y tenía insomnio por días.

—Puedes ser mi musa, Jimin. Irónico, ¿no lo crees? Tener a un demonio por musa —preguntó mientras hacía un espacio en el suelo para que Jimin se sentase. Jimin medio se tambaleó, medio se arrastró al espacio de trabajo de Taehyung.

Pacto - VMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora