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El embriagador aroma de café llenó el pequeño apartamento con un olor que Jimin supo que recordaría dentro de cien años. Taehyung se movía por la pequeña cocina en silencio, sacando platos y cubiertos de una y otra alacena. La pequeña nevera que estaba arrinconada en una esquina entre la encimera y la despensa se abrió con un tirón de la mano de Taehyung. Sacó unas cuantas naranjas, algunas uvas y fresas de una bandeja de fruta y las acomodó en un plato de porcelana, que posicionó en la mesa estrecha en la que Jimin se sentaba. Lo que parecía pan dulce vino a continuación, junto con un pequeño plato de mantequilla.

Jimin extendió la mano para robar una de las rodajas de fresas de la mesa. Con un movimiento más rápido de lo que Jimin creía posible Taehyung le dio una palmada en la mano extendida.

—Espera al café —amonestó. Luego conectó una especie de freidora de tamaño individual y comenzó a calentar el aceite. Parecía que la ira anterior de Taehyung se había evaporado y Jimin no sabía si debía confiar en esta atmósfera relajada recién descubierta.

—Ha pasado un tiempo desde que he tenido un invitado para desayunar—admitió Taehyung—. ¿Quieres un vaso de agua mientras esperas? —Sus modales eran tan impecables que contrastaban con su aspecto de estrella de rock, lo cual intrigaba a Jimin.

—Eso sería genial. Gracias. —Se encontró respondiendo con el mismo tono amable que Taehyung utilizó.

Había pensado en aparecer con su atuendo de grupi con un collar como un recordatorio de su nueva condición de 'esclavo' con el fin de seducir a Taehyung y tratar de convencerlo que los beneficios de estar con un demonio del sexo superaban con creces el pequeño asunto de perder su alma. Que nunca se diga que Jimin no hacía todo lo posible para asegurarse de que sus clientes estuvieran muy contentos.

Esta cortesía era algo a lo que no estaba acostumbrado. Había esperado caer en la cama y pasar el resto del día acostado de espalda. Tener a Taehyung cocinando para él, tratándolo como un invitado, lo confundía. Honestamente no sabía qué hacer con toda la situación.

Observó con fascinación como Taehyung improvisó una comida con beignets (Los beignets son un tipo de buñuelos muy típicos de la zona de Nueva Orleans) y fruta fresca. El café fue servido en dos tazas disparejas, cada una con un diferente logotipo de club estampado y una fue colocada delante del demonio. La creación de azúcar en polvo olía delicioso. Su boca se hizo agua mientras la combinación de olores le hacía cosquillas en la nariz. Todas las tentaciones en el infierno no podían compararse con la sencilla emoción oral que la comida de Taehyung prometía.

—¿Alguna vez probaste beignets? —Taehyung le preguntó sentado frente a Jimin en la mesa. Negó con la cabeza y Taehyung lo recompensó con una sonrisa—. Bueno. Entonces no vas a estar comparándolos con los del Café du Monde. Todo lo demás es de segunda categoría en el mejor de los casos. —Hizo una pausa y luego continuó. —Así que antes de que entre en una crisis sobre todo el asunto de 'mi alma pertenece al Diablo', ¿te importaría explicar la situación en términos que pueda entender?

Jimin asintió cordialmente. —Por supuesto. Lo habría hecho así si ayer por la noche te hubieras quedado el tiempo suficiente. Soy un íncubo de clase C lo que significa, que a diferencia de los de clase A o B, no se me permite escoger mis propias objetivos. Me dieron una lista de clientes potenciales que se supone que debo abordar y ofrecer un intercambio por sus almas.

»—Normalmente, son polvos rápidos. Bastardos que sólo aspiran a liarse con alguien. Quieren un joven viril en sus camas por una noche. Alguien que va a desaparecer al llegar la luz del día o alguien a quien puedan llamar para una follada rápida siempre que sus esposas, novias o novios salen por una hora. O tal vez son demasiados viejos para que se les levante con otro humano y quieren mi magia para hacer que el acto sea posible. En todo caso, el placer es la única razón por la que renuncian a sus almas.

Pacto - VMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora