Capítulo 10

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— Vous serez en enfer, je m'occuperai de vous faire
souffrir pour toujours, je veux
entendre vos cris de douleur
maintenant ❞

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Agust, calmado y con desinterés, cargaba el rifle que había comprado detrás de su espalda como si fuera un instrumento musical en un estuche de guitarra para que pasara desapercibido, llevaba cinco pistolas alrededor de su cuerpo y tres navajas con doble dilo. Estaba alegre con su inversión, diablos, ¿Qué asesino maníaco con problemas mentales más allá de la sicopatía no estaría contento? Era una azaña de ver ante sus ojos.

Caminaba junto a JiMin silbando de vez en cuando y con las manos escondidas en su larga chaqueta azul oscuro.

— Agust Hyung, vamos a un prisión, ¿no crees que si llevas armas...?

— ¿Y qué? Que sea una prisión no me detiene. — dijo indiferente, apartando su visión.

JiMin suspiró resignado dejándolo ser al mayor, de todos modos no podía reprenderlo como niño pequeño, el contrario ya era mayor de edad, sabía como, cuando y que hacer con su vida. Por lo tanto, se dirigió a pensar lo que sentía él en esos momentos su corazón palpitaba cómo loco, se habían bajado del bus puesto que la cárcel quedaba lejos de su residencia, y en estos momentos se encontraban caminando hacia ella a nada de adentrarse a ésta.

Cuando finalmente entraron el miedo emergió, sabía que sería así por lo mismo trato de tranquilizarse.

— Hey enano, ¿te sientes bien? — preguntó Agust, con su tono despreocupado no queriendo mirarlo mientras esperaban en la sala principal.

— Y-yo...eso creo.

— Si no te sientes seguro, deberíamos irnos. — comentó cerrando sus ojos, apoyando su cabeza contra la pared de cemento.

— ¿Eh? N-no y....¿Min Agust preocupandose por mí? Eso no se ve todos los días — preguntó con una sonrisa juguetona.

— Claro que no, me vale mierda lo que te pase mocoso, por mi muerete — dijo con un ligero rubor apartando aun más su mirada, titubeando y soltando groserías. — nunca más te pregunto nada pequeña mierda. — espetó con molestia.

El Park sólo rió intentando olvidar sus nervios. Cuando le dejaron entrar fue guiado por un guardia hacia una sala, donde se encontraba el prisionero al otro lado, podían verse las caras pero debían hablar por un teléfono colocado a cada lado.

Entonces involuntariamente, de inmediato cuando la puerta fue abierta y divisó a aquel hombre sentado al otro lado de la sala, su cuerpo se tensó contuvo la respiración, al estar frente a frente nuevamente con el peligro inminente que tenía ahí, se veían las caras otra vez, sus ojos comenzaron a cristalizarse muchas emociones juntas, aquel hombre había arruinado su vida desde que nació, años después asesinó a su madre, la furia le carcomía pero también el miedo, la tristeza, un sentimiento de sumisión de su parte, cómo si no pudiera hacer mucho más, pero claro que podía tenía que saber la razón de todo el maltrato psicológico y físico que sufrió durante años y la razón de la muerte de su madre en concreto.

El hombre al verlo sentarse frente a él sonrió con sorna, sin duda era la sonrisa más repugnante que JiMin catalogaría jamás. Con sus manos temblorosas tomó aquel teléfono pegado a una especie de cabina, y el hombre imitó la acción.
Su piel se erizó más que nunca cuando escucho salir de aquella repugnante garganta las primeras palabras que iniciarían la conversación.

— Hola, Jiminnie. — recordaba aún aquella voz tan grave y ronca, le dieron náuseas instantáneamente.

— No me llames así no tienes el derecho de hacerlo. — espetó, para su sorpresa sus palabras salieron sin pudor alguno, firmes, cortantes.

永遠の - ;; Mon bel ange | YoonMin, 2TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora