2. No puedo dejar que lo sepa.

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— Entonces... estás embarazada.– Emilia dijo, mirando a la prueba con el ceño fruncido concentrado.

— Eso parece.– Ámbar respondió con tono monótono, trazando las líneas irregulares en el techo de Emilia con sus ojos.

— ¿Cómo sabes que es correcto? Compramos una marca bastante barata. ¿No a veces estas cosas se equivocan?

— 99% de precisión, Emi.– Ámbar dijo arrastrando las palabras.– Seamos realistas. Estoy embarazada.

Emilia suspiró y se subió a su cama, acostándose junto a Ámbar.– Así que claramente hemos llegado a este punto. ¿Qué planeas hacer?.

— Honestamente... no lo sé.– dijo gimiendo.– ¿Puedes creerlo? Embarazada en la universidad. Mamá me mataría si se enterara.

— ¿No le has dicho a tu madre todavía?.

— No. Vine aquí tan pronto como lo descubrí.– Ámbar levantó un dedo cuando Emilia abrió la boca.– Y no. No planeo decírselo a mi mamá pronto.

— ¿Pero no crees que deberías?.– Emilia preguntó lentamente.

Ámbar se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior. Emilia miró a su amiga con preocupación. Ella sabía que Ámbar estaba fingiendo indiferencia y paz, pero en el interior, debe haber estado experimentando una agitación de proporciones épicas. Era solo cuestión de tiempo antes de que Ámbar perdiera la calma y explotara. Emilia solo había visto a Ámbar explotar una vez en su vida: cuando le envió una carta a su madre biologica una vez, y nunca recibió una respuesta. No había sido bonito. A la larga, mantener las cosas guardadas no sería bueno para Ámbar.

Emilia se puso de costado y apoyó la cabeza en su puño.– Ámbar, háblame. No es bueno para ti mantener las cosas encerradas.

— Mi madre biológica me tuvo a los diecisiete años y abandonó la escuela...— Ámbar dijo después de un largo momento, con los ojos entrenados en la luz del techo.—¿Sabes lo que Sharon siempre me ha hecho prometerle?, siempre me ha dicho que espere a tener sexo. Para resistir la tentación. Ella no quería que cometiera los mismos errores que había cometido mi madre en su juventud.

— Ámbar...

— Y acabo de cometer el mismo maldito error. Rompí nuestra promesa...– Ámbar forzó el creciente nudo en su garganta.— Me mataría si se enterara, Emilia. No puedo dejar que lo sepa.

— Tendrás que hacerlo, Ám. ¿Qué vas a hacer cuando parezca que te has tragado una sandía?.

Ámbar se rió a medias con una débil respuesta al humor de Emilia. Al menos podía contar con ella para evitar que la situación se oscureciera. Pero incluso con la presencia tranquila de Emilia, un peso pesado continuó creciendo en la espalda de Ámbar, empujándola hacia abajo, y sintió que su pulmón se contraía con cada respiración que tomaba. Como si el agua subiera lentamente, y ella estuviera a punto de ahogarse.

— No puedo decirle en este momento.– Ámbar reiteró, sus manos descansando libremente sobre su abdomen. Todavía no le había pegado demasiado el hecho de que algo crecía dentro de ella. Como un maldito tumor.

Emilia suspiró y cerró los ojos.– Así que eso nos lleva de vuelta al punto de partida.

— ¿Qué debería hacer?.

— No lo sé...

Ninguno de los dos dijo nada durante un rato, ambos acostados en la cama, mirando al techo, perdidos en sus propios pensamientos.

— Tengo que ser la madrina, ¿verdad?.– Emilia finalmente dijo cuando el silencio se había extendido hasta su límite.

Ámbar resopló y puso los ojos en blanco.– Eres increíble, Emilia.

Hermosas Consecuencias [𝐌𝐀𝐌𝐁𝐀𝐑 𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐃𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora