37. Y al final, solo somos tú y yo.

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Lumon (1/?)

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De verdad se sorprendía que su cariño por Ámbar hubiese llegado a negar la realidad por comodidad.  Pensó en Ámbar y Matteo, y en cuánto tiempo ellos debieron mantener una relación que sobrepasaba lo amistoso. El magnetismo de ambos era incuestionable, poderoso y doloroso de admirar.

Se mantuvo con la vista fija al techo. Todo ese asunto le molestaba. Y mucho. No quería pensar en lo que había pasado hace unos momentos. Ni en cómo lo había hecho sentir. La sonrisa y los ojos brillantes de Ámbar, nunca le dejaron salida. Su debilidad. Era ella en su máxima expresión.

Ella le había dicho cosas hermosas durante un tiempo, le había prometido el amor eterno y habían planeado una vida juntos. Y el las creyó a un nivel diferente. Se sintió como en el cielo durante unos pocos y maravillosos segundos.

Recordaba a esa Ámbar de hace un par de años, en un manojo de lágrimas, destrozada porque Matteo había elegido a Luna. Como una criatura perdida, desamparada y con el corazón herido. El quería cuidarla de todo lo malo. Este era un mundo muy cruel para un ángel como ella.

Y entonces el se prometió no dejarla sola. Cuidarla de todo y todos, sin importar nada. El siempre vio el bien en ella, incluso cuando su propia familia y Matteo la repudiaron. La defendió sin esperar retribución si eso significaba que nunca la tenía que verla sufrir.

Por años intentó, desesperadamente, pensar que ella iba a lograr superarlo. Que se enfocara en otras cosas .Y así fue, iban a contraer nupcias y serían felices para siempre, o eso pensó hasta ese día...

Su corazón estaba cautivo por ese hijo de puta. Matteo Balsano.

Hubiese deseado tener un día más. Sólo uno más, sin enterarse de la horrible verdad. Un día en el que ella se quedara a dormir con él en su cama. Una noche más para besar sus labios.

Incluso si ellos se hubieran acostado esa noche, y Ámbar le hubiera mentido más tarde diciéndole que el bebé era suyo, la hubiera amado a pesar de todo.

Y él estaba bien así.

Vaya idiota.

Debió haberse imaginado que las cosas tomarían ese rumbo. Ella nunca dejó de hablar de él. Incluso cuando estaba intentando crear momentos propios con ella, su nombre siempre hacía acto de presencia.

"Recuerdo que una vez, Matteo y yo estábamos intentando hacer este mismo paso y, oh, lo siento..."

"Él y yo siempre veníamos a comer helado, y una vez yo, ¡Ay, lo siento!"

"Esa fue la primer canción que Matteo y yo, Amh, perdón"

"No importa" Le respondía él todo el tiempo.

Todo se trataba de él. Ella seguía pensando en él. Ella seguía queriendo estar con él.

Ella lo amaba como el jamás podría aspirar a ser amado por ella. Y por dentro siempre lo supo. Ahora se sentía patético, y humillado.

Odiaba no poder culpar a Ámbar de como se sentía ahora. No sería justo tomando todas las señales que le había dado. El debió haberlo visto venir.

Si esta situación se hubiera presentado de otra forma, todo sería muy distinto. Si ella le hubiera confesado sus sentimientos por Matteo, la hubiera dejado ir para que ella fuera feliz. No hubiera soportado vivir sabiendo que ella era infeliz a su lado.

Hermosas Consecuencias [𝐌𝐀𝐌𝐁𝐀𝐑 𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐃𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora