Capítulo 2

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Al otro día...

-Voy a extrañarte demasiado, hermana- Anthony me abrazó y yo a él.

-Yo también te extrañaré- lo abracé con todas mis fuerzas.

Ya lo habían llamado para su vuelo y nos encontrábamos despidiendo por última vez.

-Bien- se separó de mí- nos veremos cuando las vacaciones terminen-

-Te esperaré.- sonreí- Me saludas a Tom y a tus padres.-

-Lo haré- besó mi frente y tomó su maleta, para por fin alejarse de mí.

Suspiré y caminé hacia la salida del aeropuerto, donde pude sentir una ráfaga de viento causándome más frío del que tenía.

Como era invierno, hacía un frío infernal en Nueva York, el cual amaba y odiaba al mismo tiempo.

Hoy iría al centro comercial a comprar los regalos para Navidad. Tan solo faltaba una semana y necesitaba comprarlos.

Y se preguntarán... ¿tienes trabajo? Y la respuesta es: Sí, tengo un trabajo en una cafetería a unas cuantas calles de nuestro departamento.

[...]

Ya había llegado al centro comercial, aunque tengo que decir que no hay tanta gente como pensé que iba haber.
Ya tenía pensado que les iba a regalar a cada uno, a mí madre le regalaré un bolso del que se enamoró por internet; a mi padre le regalaré un puro; a Violet le regalaré unos tacones que habíamos visto juntas una vez cuando vinimos aquí y ella no pudo comprar; a Kyle le regalaré un balón de baloncesto y a Lance le regalaré un suéter navideño divertido, ¿por qué? Porque así nos llevamos él y yo.
El año pasado el me regaló un muérdago y unas calcetas para el frío; lo del muérdago fue por burla de que no tenía (y ni tengo) novio para besarme bajo el muérdago.

Así que este sería un día cansado para mí.

Interrumpiendo mis compras navideñas, alguien me mandó un mensaje.

¿Dónde estás?- Kyle.

En el centro comercial haciendo mis compras navideñas- Gabrielle.

Te alcanzaré, yo también necesito hacer mis compras. Llego en veinte minutos- Kyle.

Esto no era para nada bueno. Necesitaba comprarle su regalo a Kyle ahora mismo antes de que llegara y viera lo que es.

Caminé rápidamente hacia la tienda donde venden cosas de deportes y me metí en ella.
Para mí mala suerte, los balones se encontraban al final de la tienda, lo que me resta tiempo.

-¿Dónde están?- susurré para mí misma.

Miré hacia todos lados y los encontré, pero otra vez para mí mala suerte un chico de gorra gris se encontraba en frente de estos, cosa que me dificultaba mi oportunidad de agarrar uno.

Me acerqué lentamente y me puse detrás del chico, observando todos los balones como lo hacía él.
El ruido de mi teléfono hizo que el chico alto de gorra gris y al parecer cabello castaño, diera un pequeño brinco.

¡Maldición! Hay mucho tráfico, creo que llegaré más tarde de lo que pensé- Kyle.

Reprimí mi risa, la reacción del chico me causó gracia.

No te preocupes, no hay prisa- Gabrielle.

Al parecer ya no necesitaba apresurarme.

Gracias tráfico.

Sonreí guardando mi celular en mi bolso y volteé a ver de nuevo los balones llevándome una gran sorpresa, ya que el chico que antes estaba viendo los balones de baloncesto, ahora me estaba viendo a mi.

Y no era cualquier chico.

Oh vaya...

Hicimos contacto visual, tenía unos hermosos ojos color café, que estos me miraban con curiosidad.

Los nervios se hicieron presentes y rompí ese contacto visual.

Ninguno de los dos decía ninguna palabra y eso hacía un silencio incómodo.

Necesitaba actuar ya, sino me quedaré horas aquí y llegará Kyle y verá su regalo de Navidad.

Sonreí un poco, lo que causó que él sonriera y miles de mariposas aparecieran en mi estómago.

-¿Tomarás uno?- señaló los balones. Por fin había hablado.

-Sí- respondí y me acerqué al estante donde estaban todos los balones y tomé uno- ¿tú te llevarás alguno?- pregunté volteándolo a ver.

Sonrió- No lo sé, aún no me decido. Es para un amigo y no sé cuál le gustará.- se quedó un momento pensando y después se encogió de hombros- Creo que llevaré el mismo que tú-

-Supongo que es una buena elección- sonreí nerviosa y miré mi celular, Kyle había enviado un mensaje.

Ya por fin avanzaron. Llegaré en quince minutos, enana- Kyle.

Abrí los ojos como platos. Necesitaba correr ya a pagar el balón y después correr a una tienda donde lo metieran una caja para regalos.

-¿Pasó algo?- me miró preocupado y yo sonreí.

-Yo... me tengo ir. Gusto en platicar contigo sobre balones de básquetbol- me despedí sin esperar a que me diera una respuesta y corrí hacia las cajas para pagar el balón.

Para mí buena suerte no había fila, así que pude pagar el balón y correr hacia una tienda de envoltorios para regalos.

Llegué a esta y me puse a buscar como loca una caja donde pudiera caber el balón que traía en la bolsa que te dan en la tienda. Una vez que lo encontré caminé hacia donde se encontraba una chica.

-¿Quieres que te ayude a meterlo?- preguntó con una amable sonrisa.

-Por favor- sonreí apenada y me hizo una seña para que la siguiera detrás de un escritorio.

Por fin pude respirar y analizar lo que había pasado minutos atrás en la tienda de deportes y en lo tonta que había sido mi actitud.

Había conocido a Nathaniel Marvin Wolff.

Había hablado con él acerca de un balón de básquetbol.

Había actuado como una tonta frente a él dejándolo ahí solo por culpa de mi atraso con las compras navideñas y por culpa de Kyle por venir al centro comercial al mismo tiempo que yo.
Ni siquiera pude decirle mi nombre y lo mucho que el significaba para mí. Mucho menos pude pedirle un abrazo o una foto para recordar este momento siempre, aunque claro, jamás se me olvidará este momento tan vergonzoso.
Y mucho menos se me olvidará ese pequeño contacto visual que hicimos y esa sonrisa que hizo que mi corazón se derritiera más por él.

Sin duda soy una tonta por arruinar esta oportunidad que había esperado años para que pasara.

¿Me recuerdas?-Nat Wolff  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora