I. PROLOGO

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Ustedes me llamaran loca, psicópata. Pero la verdad es que para poder tan siquiera atreverte a juzgarme deberías ver el lado oscuro, ese que todos se niegan a ver cuándo es un segundo herido quien cuenta la historia.

De mí se dicen muchas cosas, algunas serán ciertas, otras falsas, podrán decir de todo menos que estoy loca, pues juro bajo el nombre del santo padre que siempre supe exactamente lo que hacía, no me arrepiento, no lloro mis errores ni todo lo que destruí para llegar hasta donde estoy, si quieres saber lo que me trajo hasta aquí… sácate los prejuicios de la cabeza, porque esta historia casi ni parece real.

Nací el 16 de septiembre de 1995, mi familia era relativamente normal, y digo “relativamente” porque todo está perfectamente oculto tras un velo enorme de cortesía y justicia, cuando la realidad es opuesta, pues alguna vez se dijo que la verdad tiene muchas caras. Mi familia era machista por naturaleza, mi padre era quien aportaba en la casa  y mi hermano el rey de esta, mi mamá y yo siempre nos veíamos obligadas a hacerlo todo, nunca me sentí contenta con mi lugar en la vida, todo culmino en ese hogar cuando mi padre me aviso que no me pagaría una carrera universitaria; fue el final, me fugue esa noche con una amiga.

Descubrí la sexualidad a la tierna edad de 8 años, en un intento por imitar lo que mi papá y mi mamá hacían en las noches cuando me mandaban a dormir, aprendí a masturbarme haciendo fricción contra una almohada, llegaba a los orgasmos más rápido si recordaba a mi padre dándome correazos cuando me portaba mal,  más adelante encontraría el placer cuando él me pegaba, me portaba mal a propósito; le rompía las vajillas caras a mi madre o le escondía las zapatillas a mi hermano mayor, mi padre me pedía que fuera a mi habitación y me diera media vuelta mirando contra una pared, yo me subía el vestidito y esperaba pacientemente, podía escuchar la hebilla de su cinturón hacer el ruido metálico que tanto me excitaba, mis entrañas se estremecían y se calentaban a la expectativa, con cada correazo yo me mordía la lengua, sabía que si el descubría que lo disfrutaba dejaría de hacerlo, se supone que es un castigo, una forma de hacerme entender que estaba mal lo que hacía, mi vagina se humedecía, cuando él abandonaba la habitación yo me bajaba la ropa interior y me masturbaba.

Mi madre me atrapo cuando tenía 12 años y fue ella quien me dio la golpiza de mi vida, me decía que si seguía haciendo eso la próxima vez sería peor, me echaban pimienta y vaporub en los dedos para que parara de masturbarme, ahí descubrí los juguetes sexuales, mi vida cambio completamente después de eso.
Nunca sentí interés en los hombres hasta que me fui de casa, con mis juguetes sexuales era feliz, y en retrospectiva, creo que yo misma me quite la virginidad con uno de ellos.

Me gradué con honores de mi colegio y me dieron una beca del 80% del primer semestre en Administración de empresas en una universidad de mi cuidad, y ni así mi padre quiso pagarla, esa noche de la graduación planeé mi fuga, Betty me ayudo ese día.
Junto con su novio Dylan me esperaron fuera de casa alrededor de las 11 pm, mis padres creían que iría a la fiesta de grado así salieron a una cena de negocios de mi papá y mi hermano estaba visitando a su novia, era la noche perfecta. Sin pensármelo dos veces me dirigí a la habitación de mis padres y saque exactamente 3 millones de pesos en efectivo y unas joyas de mi madre; saque mi ropa, algunas pertenencias importantes y la laptop de mi hermano mayor. Me fui; no sin antes dejar una nota de despedida a mis padres:

“Extrañare tus correazos papi, te amo”

Seguido de mi firma y un beso en color cereza, rompí los vidrios de la casa y deje la llave del gas correr, espere una hora junto a mis amigos mientras veía el final de la calle y esperaba el Benz de mi padre, apenas lo vi acercarse deje caer el mechero de Dylan por el vidrio que daba a la cocina y me quede un par de segundos admirando el fuego consumir mi vida pasada.

“Espero que ardan en el infierno igual que esta casa, desgraciados” fue el último pensamiento sobre mis padres en un tiempo, tenía 16 años.

Semanas después ejecute mi inscripción en la universidad, sin embargo lo hice en la noche, pues debía buscar trabajo si quería contribuir en casa de Betty, ella vivía con Dylan y una prima en un apartamento, ella y su novio dormían en su habitación y Liliana dormía en el otro, quedo un enorme sofá en la sala pero yo estaba cómoda ahí, conseguí un trabajo como mesera al otro lado de la ciudad y estudiaba en las noches, salía del apartamento a las 5 am y volvía a casa a las 11 pm, casi no mantenía allí, tampoco consumía los alimentos, solo dormía y me estaba los fines de semana, le daba a Betty 100 mil pesos mensuales y ella me dejaba quedarme ahí, comía por fuera y hacia mis tareas en la universidad, ya había estado un par de veces con algunos hombres, pero siempre me resultaron muy efímeros, no tenía tiempo para relaciones complicadas, la mayor parte del tiempo me la pasaba masturbándome en diferentes sitios de la universidad así que los hombres eran como un 0 a mi izquierda.

Todo eso cambio cuando cumplí 17 años. Para ese entonces ya había abandonado mi trabajo gracias a un profesor de mi universidad que descubrió mi forma de vida y lo informo a coordinación y rectoría, debido a mis buenas notas me ingresaron a un programa donde me pagaban por estudiar y dar monitorias, eso ocurrió solo un semestre después, y para mis 17 ya era muy popular en la universidad, este programa más mi beca me dieron la capacidad de vestir mejor de lo que normalmente lo hacía y mi cuerpo siempre fue esbelto, siempre fui alta y con el paso del tiempo aprendí sobre la conducta humana y los patrones sociales de aquellos que me rodeaban, fue fácil aprender a usar la gente a mi antojo, el arte de la manipulación fue mi pan de cada día y en cuestión de tiempo me convertí en toda una celebridad. 

Diario de una sociópata (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora