C U A T R O

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¿El jefe se echa a las empleadas?


Cuando salí sana y salva de la oficina fui directito al baño, ahora sí que tenía ganas de sacar el miedo.

¿Estaba haciendo lo correcto? ¡Estaba debajo del escritorio de Alexander! ¡¡Mi jefe!!
No sabía qué pensar sobre la llamada que había escuchado... ¿Quién me había llamado a mí? Saqué el teléfono, llamada perdida de desconocido. Bueno no sería la primera vez... ¿Pero en serio mi mala suerte era tan pésima? ¿Justo en ese momento tenía que sonar?

Escuché un ruido fuera del baño, terminé de hacer mis necesidades, salí, y ahí estaba. Xmena estaba recargada en la pared, viendo sus uñas delicadas. La ignoré por completo, bueno casi. Caminé para lavarme las manos, la veía por el reflejo del espejo, y ella a mí.

—Entonces, Amelia, ¿verdad?

—Xiemena, ¿no?

Voltee a verla

—Ay, Amelia, ¿Por qué recepcionista y no diseñadora? ¿Conoces a Alexander por fuera?

Ay, mijita, si supieras.

—Es decir; es guapo, atlético, adinerado, buena edad...— se veía las uñas sin parar, sonreía de vez en cuando y me sostenía la mirada con ojos rápidos —¡Ya sé! Antes él solía ir mucho a bares y ese tipo de ambiente, seguramente te folló y ahora estas aquí en busca de dinero fácil y...

Para tu carro, niña. ¿Tienes quince años? Compórtate como la adulta que se supone que eres— dije decidida—. En primera— levanté el dedo índice y sonreí —,si tú historia es parecida a la que acabas decir, no es asunto mío. En segunda— levanté el dedo siguiente —,que solo hayas cursado prepa... bachillerato, para que me entiendas, sí te quita muchos puntos, recepcionista mediocre —Le di la espalda y me dispuse a hacer una cola alta mientras la veía —.Y tercera, para que no te pique la curiosidad, sí, conozco a Alexander mucho más que tú, y por mucho más tiempo. Que haya llegado aquí como recepcionista solo fue para superarme y ganar aún más mi título, no como otras...

Terminé de hacer mi rápido peinado y salí del baño lo antes posible. Huta, tenía el corazón rapidísimo, no podía creer que le había dicho todo eso, tenía ganas de reírme, ¡pensaba que dominada el mundo!
Salí a paso veloz, como el rayo McQueen.
Tomé el elevador, bajé a planta baja y salí rápido, noté que Paola me llamaba, no sé porque no paré, seguí hasta fuera el edificio, y me senté en el gran jardín.

Vi las bien cuidadas plantas, las aves volando y otras saltando en el piso, unas persiguiendo a otras, y lo que más me gusto fue verlas bañándose en una fuente que a lo lejos estaba.
Tomé asiento en una banquilla que estaba cerca, viendo aquello y pensando en cómo las cosas nuevas me podían asustar, pero creía que ya era hora de poner la cara, o para recibir el golpe, o para no ser cobarde.

Me levanté y todos los pájaros salieron volando, caminé hacia el edificio, entré y estaba Paola recogiendo sus cosas del escritorio que después de la tarde ya sería mío.

—Amelia, te hablé hace un rato, pero saliste despavorida. ¿Qué sucede contigo?

No sabía que contestarle porque ni yo sabía cómo me sentía...

—No pasa nada, solo que... — dije de repente.

—No tienes que explicarme nada, Amelia, pero creo que deberias estar pendiente por las cosas que hay que hacer, ya sabes.

Me quedé callada porque tal vez tenía razón.

—Amelia, parecías más parlanchina el primer día.

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