S E I S

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Solíamos fumar juntos.


Pasaron las semanas en el duro y agotador trabajo. No había minuto en el que no quería irme. Conocer el edificio me fue muy útil; huir de Ximena fue más fácil, aunque en realidad no quería huir, pero mi supervivencia de seguir comiendo me lo dictaba.
Gracias a Lola pude salir aquel día como si nada, gracias a ella sentí que no estaba sola en aquel edificio.

Era un fin de semana que había esperado con ansias, te preguntaras el porqué. No solo vería a mis amigos de la universidad y algunos de preparatoria, vería a quienes fueron mis mejores amigos en esa etapa de estudios. Gracias a ellos pude superar en parte a Alexander y pude divertirme como nunca en mi vida.

Estaba tratando de arreglarme. No debía de ir como acostumbro vestir porque la reunión sería en la casa del más riquillo de ellos. Una casa de muchos metros de construcción, una casa donde todo va a sonar, donde había ido varias veces...

No sabía cómo ir. ¿Debería ir modo perra o modo bonita y elegante? Realmente no lo sabía. Habían pasado algunos años desde que vi a casi todos mis compañeros y no sé con qué imagen los dejé de mi...
En secundaria era una niña rebelde llena de ira por dentro, llamaba la tensión sin querer, y sobre todo de una mala manera. Gritonearle a los profesores no es una buena idea. En preparatoria Alexander logró cambiarme para bien, me hizo estudiosa, un poco más responsable, y me hizo una buena alumna. Los dos íbamos creciendo, pero él siempre se alimentó de mí, cada día él se hacía más fuerte por mis caídas, y no, él no estaba para apoyarme, sino para alimentarse. Lástima que me di cuenta ya cuando casi me había dejado vacía. En la universidad ya no estábamos juntos en los salones porque eran carreras distintas. Eso fue lo que nos separó. Ah, eso y Leslie.

Entré en pánico y dejé todo para el último. La reunión sería a las ocho de la noche, y yo a las siete y media estaba entrado a bañarme.
Si tuve todo el día, ¿entonces por qué dejé todo para el último? Pues bajo presión pienso mejor. Y funcionaba y era mi lema de vida.

Salí de bañarme, ni siquiera vi la hora, pero supuse era tarde. Andaba desnuda por el departamento buscando más opciones de ropa. Tropecé con el pobre de mí gato y soltó un maullido escandaloso. Los perros vinieron a su rescate, y al percatarse que solo era yo, movieron la cola y se fueron. ¿Por qué no solo me quedaba con ellos, la mejor compañía, y veíamos películas y les daba premios y caricias? Aunque por otro lado realmente quería ver a mis viejos amigos.

Decidí rápido. Busqué más ropa.

Eran pasadas de las ocho, lo sabía porque Arlo, mi gato, ya estaba rascando la puerta para salir.

Salí de mi departamento como rayo. Tome un taxi y ya iba nerviosa.
Escogí unos simples jeans azules de tiro alto, unas sandalias de plataforma, y una blusa corta color lila, y mi cabello era un desastre. Aparentemente escogí el modo tranqui.

Tras muchos minutos en el taxi por fin llegué. El taxista no quiso entrar al recinto de las casas porque pedían identificación del conductor, y con la excusa de que no la tenía consigo me dejó fuera. Tuve que caminar. Llevaba un blazzer ligero negro que no alcanzaba a cubrir el frío de aquella zona. La casa estaba situada en colinas donde hasta cobran por entrar el reciento. En mi caso no fue así porque tenía la invitación.

Para mi buena o mala suerte no pasó ningún auto, eso aumentó mi preocupación de que ya todos estaban en la reunión.

Cuando por fin llegué a la casa quedé boquiabierta, aunque ya había ido antes a esa casa me parecía que la habían modificado para la reunión. Había letras con luces neón que decía el año de nuestra generación. La música se escuchaba aun estando afuera, algunas personas iban entrando y otras saliendo.

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