celos

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Steve ciertamente no estaba celoso. Por supuesto que no.

Pero aún así, no entendía de dónde había surgido el instinto que le indicaba que debía apartar al castaño más bajo de ahí, tomar a Stark y besarlo de forma demandante frente a ese hombre, para que entendiera que su cercanía no era bien recibida y que Stark tenía dueño.

El único problema es que no podía
ir allí y entrar como si nada, porque
ciertamente no tenía ese derecho, de
que no podía ir allí y besar a Stark
porque no eran nada, y de que Stark no tenía dueño, y si lo tuviese, muy seguramente ese no sería Steve, porque, para pertenecerle, tendrían primero que ser pareja y Stark lo detestaba claramente.

Pero no podía evitar el odiar la confianza que se tenía ese par y la cercanía que compartían, odiar las risas secretas y los toqueteos, odiar la facilidad con la cual se trataban y lo cómodos que parecían al estar gravitando en el espacio del contrario, y todo esto era porque él deseaba tener lo mismo con Tony.

Suspiró sonoramente, y apoyando su
mano contra el cristal que separaba el
laboratorio, pidió a cualquier deidad que fuesen llamados una misión en este momento o cualquier cosa, si con eso lograban separarlos.

******

—¿Que tienes, Rogers— preguntó el
castaño con neutralidad, mientras lo
miraba fijamente.

—nada— respondió claramente molesto, y de forma seca y cortante.

—seriamente ¿Que tienes, Rogers?—
preguntó nuevamente el castaño,
tomándolo del brazo e interrumpiendo su marcha.

—te dije que nada. Ahora déjame en
paz— respondió sumamente molestó,
tratando de soltarse del agarre, pero
siendo nuevamente atrapado por el castaño que tiró de su brazo para acercarlo.

—¿Nada? Seguro que no tienes nada.
Bueno, siendo así, explícame porque
siento que estás molesto conmigo y porque estás actuando de esa forma, eso, si dejamos de lado las miradas asesinas que nos lanzaste a mi y a Bruce durante todo el día— respondió irónicamente, clavando su mirada en los ojos azules.

—¡No estoy molesto contigo, no tengo
nada que explicarte y no estuve
mirando mal a nadie! ¿¡Bien!? Ahora
déjame en paz, maldita sea— bramó
lleno de molestia, soltandose del agarre del castaño y caminando a pasos largos y fuertes, haciendo que sus nalgas se movieran de forma obscena y tentadora.

Cuando el rubio desapareció por
completo, el castaño dió una enorme
exclamación de júbilo e hizo un baile
ridículo de celebración.

Steve estaba celoso, y si las cosas salían bien, hoy pondría sus manos sobre ese delicioso culo americano y quien sabe, quizás podría poner otras cosas más "interesantes" allí.

*******

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