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―¿Archie?

El castaño llamó a la puerta, mentalmente llevaba su propio conteo para saber cuanto tiempo tenia que esperar. Estaba nervioso y ansioso, la bandeja que llevaba en sus manos con una tetera y dos tazas temblaba. El número treinta llegó a su cuenta cuando decidió irse, se giró en sus talones cuando notó que la puerta se abrió. Harry soltó un suspiro y la empujó suavemente con el pie para ingresar a la oficina de su novio.

Caminó en silencio por la habitación hasta dejar la bandeja en la mesa que ahí se encontraba. Se giró a verlo. Archie estaba de espaldas hacía él, sin siquiera prestarle atención por un momento. Harry hizo una mueca, indeciso sin saber que hacer, ¿se acercaba o lo dejaba a solas?, la situación en la que Archie los había puesto después de leer la carta tenía a Harry bastante nervioso, dudoso e inclusive temeroso.

Suspiró.

No quería molestarlo y Archie parecía lo mismo, así que salió con pasos lentos de la habitación, cerrando la puerta tras de él sin decir nada.

Toda la situación lo colocaba bastante triste.

Extrañaba a su novio.

Quería saber cómo estaba, cómo se sentía pero nada que lograba comunicarse con él, Archie lo estaba apartando y eso le dolía bastante. Giró el rostro y dio otra mirada a la puerta, deseando que Archie estuviera allí llamándolo pero no, simplemente encontró la madera mirándolo. Frunció los labios y siguió por el pasillo, se encerraría en su habitación a adelantar algunos pendientes del trabajo en un intento de distraer su mente.

―Harry... ―se detuvo. Confundido pestañeó, procesando el aún haber escuchado su nombre. Hacía quince días que no escuchaba a Archie hablarle que justo en ese momento, temía que fuera un cruel juego de su imaginación. Estaba por girarse cuando sintió los brazos ajenos rodearle el torso en un abrazo, Harry cerró los ojos con fuerza al sentir el aliento de su novio sobre su cuello, causando que la piel se le erizara. ―No me dejes...

―Archie, jamás lo haría, al menos no por decisión propia...

―Quedate conmigo, necesito que me ayudes...

―¿Cómo puedo hacerlo? Desde que leímos la carta te has encerrado en tu oficina, no me has permitido hablar, no te has comunicado conmigo, Archie. Estoy preocupado por ti y tú no me dejas ayudarte.

―No sé cómo podrías hacerlo... ―murmuró.

Harry se separó y se giró a verlo, sujetando el rostro de su novio entre sus manos, acariciándole las mejillas. Lucía pálido, sus mejillas ya no tenían el suave tono rosa que le encantaba verle. 

Le besó la frente.

―Debes decirme cómo te sientes, Archie. Es la única forma de saber como ayudarte.

―Tengo miedo.

―¿De qué? ―frunció el ceño, sin detener las caricias.

―De todo esto. De los sentimientos de Robert, de mis sentimientos, de nosotros...

―¿De nosotros? ―Harry trató de mantener la calma. ―¿Estás dudando de nuestra relación?

Archie bajó la mirada, saliéndose suavemente del agarre de Harry.

―No lo sé...

―Creo que en el fondo si lo sabes. ―murmuró. Se pasó las manos por el cabello soltando un suspiro y luego lo miró. ―No soy tonto, Archie. Sé que soy tu novio y que llevamos un año casi dos juntos, pero estoy consciente de que amas a Robert, no se de que manera has de hacerlo, pero sé que ese sentimiento está en ti. Y saber que Robert te correspondía en algún momento... no te preocupes.

―No, Harry. Yo te amo, lo sabes.

―Yo lo sé pero, ¿tú lo sabes? Desde que esa caja entró a nuestras vidas ha alterado nuestra relación poco a poco, tus sentimientos y los míos. Sabía que no sería fácil, sabía que leer esas cartas traería consecuencias, solo que no sabía si serían negativas o positivas. ―Harry se acercó y le sujetó de las mejillas nuevamente, acariciándolas. ―Te amo, Archie y no tengo dudas de ello, la cuestión aquí es... ¿tú seguirás amándome cuando terminemos de leer esas cartas?

―Harry...

―No te preocupes, Archie. Yo esperaré tu respuesta y aceptaré la decisión que tomes. 

Querido Archie (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora