¿Qué pasaría si ahora los problemas no son propios de la mente? ¿Qué pasaría si en realidad el caos ya no se generá más en la cabeza? Que en realidad en algo que se vive.
Kevin y Casey han procurado vivir en un lugar donde ni siquiera sus propios no...
Sentí un fuerte golpe de aire atravesar mi cuerpo, atrayendo diversos aromas que me recordaban al bosque. Después un severo sonido se escuchó entre la lejanía, y pude identificar que se trataba de un ciervo, algo extraño que ni yo creería que escucharía. Por lo que decido abrir los ojos finalmente para ver lo que me rodea.
Mi forma de ver era distinta, incluso tenía la sensación de que lo era. Así que me miré de los pies hasta mis brazos pequeños y raramente supe que me había encogido tal vez. Estoy segura que esto se trata de un sueño lúcido. Sin embargo, es uno de los primeros donde me imagino a mí misma volviendo a mi niñez sin cambiar mi mentalidad.
—Casey, ven—Apareció frente a mí mi padre, portando ante sus manos un francotirador y vistiendo su ropa de caza—. Iremos a cazar a unos venados.
Sujetó mi mano pequeña e hice lo que pude para seguir sus pasos mientras pisaba las ramas y hojas secas que se encontraban en la tierra. Mientras caminábamos entre los árboles, no podía dejar de mirarlo mientras sonreía y me miraba un par de segundos.
—No temas, en este bosque nadie te hará nada malo mientras yo esté aquí—Susurró sin retirar esa sonrisa de su rostro.
Quería detenerme y abrazarlo, decirle que lo quería y aprovechar este tiempo con él, aunque se tratase de un sueño mío.
—Aquí es.
Llegamos a una tienda de acampar anaranjada y tuvimos que agacharnos para entrar en ella. Me indicó que nos acostáramos boca abajo mientras echábamos un vistazo al camino que recorrimos. Colocó el arma frente a él y sujetó con precisión el gatillo a su vez que miraba por el bosque algún animal para cazar.
—Recuerda que siempre hay que mantenernos callados mientras cazamos—Me susurró mi padre sin retirar la vista del mirador del arma—. Cuando crezcas recordarás todo lo que te he enseñado.
Cuando noté que apenas iba jalar del gatillo, tomé su brazo y apreté de él un poco para que fijara su atención en mí.
—Gracias—Murmuré con mi voz tímida—. Gracias papá.
—¿Por qué Casey? —Me observó un tanto confundido, pero sin borrar su sonrisa.
Había ciertas palabras que quería pronunciar ante él, pero raramente no podía o posiblemente mi yo de pequeña no se sentía preparada para decirlas, así que me limité a decir algo corto y entendible para mí.
—Por todo.
Mi padre no dudó en acercarse a mí y besar mi frente mientras me miraba con sus ojos brillantes.
—Te quiero pequeña.
Dicho aquello, me apuntó en silencio para que observará al frente, y entre la lejanía, ambos pudimos escuchar y ver un venado entre los bosques comiendo un poco de la tierra.
—Ahora mira.
Colocó con cuidado su dedo entre el gatillo y aguantó la respiración para que, a los pocos minutos, disparara con precisión.
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Desperté agitada tras escuchar aquel disparo, que en realidad fue provocado en mi sueño. Traté de incorporarme, pero unas manos me detuvieron por los hombros y me indicó que no me moviera por un rato.
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