Hola a todas :) se que ayer subí capitulo pero no podía tardar tanto en daros contenido.
Espero que disfrutéis el capítulo tanto como yo.
Millones de gracias.
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P.O.V Inés
"Buenos días" pronunciaron los labios de Irene, ambas nos giramos al lado opuesto de la cama en la que nos encontrábamos, para mirarnos a los ojos y sonreírnos con la mirada. Nos quedamos un buen rato, hablando con los ojos , analizando cada una de las facciones de la otra, sin perder de vista cada poro de nuestra piel. Y de nuevo se repetía la misma canción que ayer, con aquellos acordes que no tocamos por el miedo.
Yo no quería volver a dar el paso, después de todo, pero podía leer en los ojos de Irene que ella también quería, y podría apostar, que el miedo a ella también le quemaba. Cada uno de los segundos que ayer pasaron, eran mucho más intensos que los anteriores, nos perdíamos en las pupilas, mientras que nuestras manos temblaban de nerviosismo; podía leer cada uno de los pensamientos de Irene, pero ella tampoco dio el paso. Sus luceros color café, me mostraron el camino para perderme en ellos. Y en ella. Porque me perdí, igual que me perdí la otra vez, pero con un poco más de conciencia, o quizás, con un poco menos, porque sabía que Irene hoy reaccionaria distinto.
"Buenos días" pronuncié seguidamente, con una voz más pequeña de lo habitual, con los ojos entreabiertos de recién despertada y abrazando a la almohada, quedando frente a su rostro.
Me quedaría a vivir en sus ojos. Me quedaría a vivir en este momento.
-¿Qué tal has dormido?- pronunció con la voz más dulce que había oído nunca.
-Bien ¿y tu?
-Genial, no he podido dormir mejor, acompañada de tus repentinos movimientos nocturnos - dijo soltando una carcajada de por medio.
-¿Me muevo mucho?
-Solo un poco - reímos las dos juntas esta vez.
Tras esta conversación el silencio se hizo en la habitación, me moví, ligeramente para quedar lo más próxima posible al torso de Inés, en el cual apoyé mi cabeza, mientras ambas mirábamos al techo, pensando en cada una de nuestras cosas, que seguramente, en algunas coincidiríamos.
Podía notar la respiración de Irene, como si de la mía se tratase y podía notar cada uno de sus latidos. Notaba como su pulso iba a cien mil por hora, acompasándose poco a poco con el mio, que únicamente iba a diez mil. La mano de Irene rozó mi cara, bordeando con su dedo cada una de mis facciones, dibujando la silueta de mis ojos, mi nariz, mis labios. Su mano, ascendió al pelo, para perderse en él, comenzó a acariciarlo, con sus dedos lo peinaba suavemente, sin dejarse ni un mechón por mimar. Mis manos, en cambio, descansaban sobre mi abdomen, dejando que Irene hiciera todo el trabajo que en ese momento necesitábamos. La paz que nos rodeaba, era acompañada por una suave brisa que entraba por una pequeña ventana que dejamos entreabierta. El calor que desprendían nuestros cuerpos era altamente compatible con los escalofríos que nuestras almas producían cuando se encontraban con el roce de nuestra piel.
Un hilo de voz me despertaba de aquella realidad, la voz de Irene, casi impredecible, dijo un melodioso "¿Quieres desayunar? Yo te lo preparo", giré mi cuello, hasta encontrarnos, le sonreí, y automáticamente me separé, y con pereza, ambas nos levantamos de la cama, en dirección a la cocina. Irene ya no tenía que seguir mis pasos, porque se la conocía de arriba a abajo, como si fuera suya, y aunque no se lo hubiera dicho, sabe que esta casa también es de ella.
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Como quieres que te escriba una canción
RomanceNinguna de las dos era consciente de aquello que estaban viviendo.