Siento actualizar de tanto en tanto pero si antes no me daba la vida, ahora menos, pero os amo porque me leéis igual, sois lo mejor. Aquí os dejo otro trocito de mi. Espero que os guste.
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P.O.V Inés
Una puta cerilla, y un puto bidón de gasolina a punto de estallar, como una bomba, como dinamita, como tres toneladas de explosivos. Eso éramos Irene y yo en ese momento. Cuando un leve y chirriante sonido condujo nuestras miradas y alientos hacia la puerta, pudiendo oír un "Inés, soy Begoña, entro". Y en ese momento quería morirme, quería que la tierra me tragara y me escupiera en cualquier otro lado del mundo, quería ser lo más rápida posible como para separar mis manos de la cara de Irene y que nadie sospechara, rezar para que el pintalabios rojo que lucían mis labios, fuera lo suficientemente permanente como para que aun siguiera intacto en mis labios, y que en los de Irene no hubiera ningún rastro de este. En ese momento deseaba ser lo más lista posible y que mi mente trabajara a mil por hora, inventándose la mejor de las excusas a todas las preguntas que a Begoña le surgirían en ese momento. ¿Qué hace Irene Montero en el despacho Inés a las 20:00 de la tarde?, sinceramente yo también me preguntaría lo mismo, si no fuera porque Irene y yo hemos acabado siendo más que rivales políticas.
-Hola Inés, ¿que haces au..., Irene? - prunició Begoña nada más entrar, y es ahora cuando desearía haberle puesto pestillo a la puerta, hubiéramos podido ganar algo de tiempo, que tan valioso era en estos momentos, y podríamos haber pensado un plan mejor, que el que mi boca pronunciará en ese momento.
-Ha venido a darme unos papeles que se me habian caido y, y, los ha encontrado y, y , pues... ha venido y ahora hablábamos y ya esta, solo eso eh ¿Qué te trae por aquí Begoña? - le dije, nerviosa, creo que pudo notarlo, ya que su cara era un poema de versos alejandrinos, de rima asonante, donde la i de que " ha pasado aquí", rimaba con la i de "que cojones hacia Irene Montero ahi". La de podemos, al contrario que yo, seguía callada, quizás para no cagarla más de lo que la habíamos cagado, o porque sabía controlar su lengua, no como yo, que ahora mismo iba más rápido que mi cabeza.
-He visto luz en tu despacho y he dicho, voy a ver que hace mi amiga Inés a estas horas aún aquí.
-Me he quedado arreglando unos papeles y justo Irene se ha encontrado los que me faltaban.
Quería matar a Irene en ese momento, porque me estaba dejando todo el marrón a mi, su cara mostraba imparcialidad alguna, mirada fría pero cómplice, estaría bien que dijera algo y que fuera ella la que aguantara el muerto esta vez, menos mal que esa boca que antes había besado pronunció un: "Si, me los he encontrado en el pasillo y le he preguntado que si eran suyos" y un poco más aliviada respiré, cada vez era más creíble si no fuera porque el tiempo era oro, y nosotras teníamos apenas una cadena de bronce.
Nos encontrábamos una frente a la otra, Irene sentada, y yo de pie, porqué Begoña nos dio cinco segundos que empleamos en alejar nuestras bocas lo máximo posible.
-Eh... bueno... Inés, voy a tomarme algo con el tem naranjita, por si te quieres venir
Y nuestras miradas, las de Irene y las mías, nunca habían sido tan cómplices, nos miramos buscando la respuesta que ambas sabíamos, esta vez Irene se había adelantado a los movimientos de ajedrez de cualquier otro y había sido quien se había me había llevado a esa noche a su terreno.
Y tan cómplices, como que nuestras miradas se mantuvieron fijas durante más tiempo del que deberíamos mientras Begoña seguía ahí, imaginándose a saber qué, y el único plan que se me pasaba por la cabeza era cualquier manera de que Begoña se fuera de ahí, cerrara la boca y no comenzará a plantear ningún tipo de hipótesis de lo que en el despacho podría estar ocurriendo. Quizás la mejor manera de que no hablase sería el homicidio pero es Begoña, no podría hacerlo, pero en ese momento, cuando oí la puerta abrirse, hubiera matado a cualquiera.
-Gracias, pero estoy muy cansada, tengo ganas de irme ya, a la próxima me apunto
-Como veas y si tú te quieres venir, también estás invitada, no te vamos a convertir en facha ni nada - dijo mientras Irene no sabía dónde meterse, porque nosotras la estábamos cagando, pero Begoña no se quedaba atrás. Y una pequeña risa tímida e incómoda salió por los labios de Irene mientras apoyaba su cara en su mano derecha, buscando quizás un refugio para su vergüenza.
-No te preocupes, gracias Begoña, yo me iba ya.
-Vale, pues hasta mañana, os dejo... tranquilas
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Como quieres que te escriba una canción
RomanceNinguna de las dos era consciente de aquello que estaban viviendo.