6. ¿Mi estilo?

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—Entonces cuéntame, Stephen Clark, ¿qué trabajos encontraste en los que podamos ayudar a las personas? —le preguntó Natasha, mientras veían el menú del restaurante.

—Hay una vacante en un hogar de ancianos —contestó con entusiasmo.

—Bueno eso podría funcionar para ti —musitó la espía—, ¿qué encontraste para mí?

—¿La idea de ser niñera...?

—No —lo interrumpió.

—¿Mesera?

Ella levantó la mirada del menú.

—¿Cómo podría ayudar a las personas siendo mesera?

—Pues ayudas a los clientes a recibir su comida y a los de la cafetería a atender su negocio —respondió el soldado.

Natasha soltó una corta risa: —Con ayudar me refería más a... salvar vidas.

Steve la miró desconcertado.

—Pensé que queríamos dejar todo eso atrás.

Ella había pensado lo mismo, pero ahora estaba teniendo serias dudas al respecto.

—¿Crees que podamos, Steve?

—Una vez te dije que talvez estabas en el negocio equivocado.

—Sí... yo te lo había dicho primero —le recordó ella.

—Talvez teníamos razón —apuntó el rubio.

—O talvez no.

No entendía a qué quería llegar con esto. Él no quería más misiones que pudieran ponerla en peligro, menos considerando lo que le había sucedido en la última.

—¿Qué sugieres que hagamos? —preguntó.

—Solo sé que no estamos hechos para trabajos normales, dudo que exista alguno que nos pueda hacer felices.

—A mí me hace feliz estar contigo —repuso Steve.

—También a mí —le aseguró sonriéndole—, pero estábamos en el negocio correcto, solo con la intensidad incorrecta.

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Luego de cenar fueron al mismo lugar donde habían pasado la noche el día anterior. No habían hablado nada más acerca del tema de los empleos, pero ambos siguieron pensando en ello.

Natasha estaba tomando una larga y relajante ducha hasta que le pareció escuchar a Steve hablando, rápidamente se vistió y salió del baño para ver con quien hablaba. Al hacerlo se percató de que solo estaba usando el teléfono de la habitación, y acababa de colgar.

¿Pero con quién rayos estaría hablando? ¿Y por qué se veía tan alegre?

—¿Quién era? —preguntó Natasha, el soldado sonrió al verla.

—Peggy.

Ella rodeó los ojos: —¿Le pediste su número? ¿En serio, Steve?

—Acordamos ser amigos, y no es lo que piensas. Te tengo buenas noticias.

—¿Qué?

—Tenemos una entrevista de trabajo mañana —anunció emocionado.

—Ya te dije que no quiero ser niñera —rodeó los ojos nuevamente—, pensé que la buena noticia sería que Peggy no volverá a Nueva York.

Otra vida [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora