#3

9.1K 778 750
                                    

Me senté junto a él. Retiré la silla con manos temblorosas.

—Tú te quieres escapar, ¿verdad? —me preguntó con una sonrisa.

No le había contado nada a nadie acerca de aquello. Llevaba desde que era pequeña guardando las recompensas que me daba Madre para huir algún día, igual que hacía Ray. Lo escondía todo en un lugar donde a nadie se le hubiera ocurrido mirar. ¿Norman lo hizo? "Imposible", pensé.

—¿Cómo lo sabes? —solté.

—Encontré unas ventosas, una cuerda y más cosas que se pueden usar para una huida. Y estoy seguro de que son tuyas.

Se me subieron los colores a la cara. Guardaba todo aquello en un lugar donde nadie miraría jamás: el cajón de mi ropa interior junto a mi cama.

—¿¡Has rebuscado en mis cajones!? —No me podía ver, pero imaginé que debía parecerme a un tomate. —¡Pervertido!

—¡No es lo que piensas! —se apresuró a decir. Sus mejillas no tardaron en ponerse también rojas, resaltando de su tez clara y su pelo blanco.

El silencio apareció de nuevo en la biblioteca. Aquello se había vuelto una situación incómoda, estropeando todas mis expectativas. Por una vez, quise que Ray o Emma aparecieran.

Y no tardaron en hacerlo. Primero Ray, caminando con paso tranquilo hacia nosotros. Se sentó frente a mí, y me lanzó una sonrisa como las que compartían Thoma y Lannion cuando le hacían una broma a Don. Inflé los mofletes y fruncí el ceño. Norman no parecía enterarse de nada.

—¡Ya estoy aquí, chicos! —saludó Emma. Me alegré con su llegada.

Comenzamos a hablar sobre nuestras ideas para la huida e íbamos descartando las que nos parecían absurdas o demasiado difíciles. Después de un rato, mi hermano y yo tuvimos uno de nuestros enfrentamientos verbales.

—¿¡Quién narices te ha puesto a ti al mando, eh!? —dije, cuando ya me cansé de que descartara las ideas locas de Emma sin consultarnos a Norman o a mí.

—¡Yo mismo! —respondió. —¿O acaso no sirve?

—¡Cállate! —le ordené.

—¿Ahora mandas tú o qué? —Apretó la mandíbula.

—¡A lo mejor sí! —Aunque no tuviera sentido, lo dije. Me levanté de la silla, haciéndola chirriar al moverla y puse las palmas de mis manos en la mesa. —¡Seguro que sería mejor líder que tú!

Imitó mi gesto al levantarse y replicó:

—¡Más quisieras!

Entretanto, Norman y Emma observaban la escena en silencio, hasta que ya no aguantaron más.

—¡Calmaos los dos! —pidió Emma. —¿Acaso no veis que esto no nos llevará a ninguna parte?

Ray gruñó algo que no entendí y se fue de la biblioteca, haciendo mucho ruido al cerrar la puerta de golpe.

Emma suspiró.

—Al menos tenemos algunos planes que podrían funcionar. —Yo admiraba su optimismo con todo mi ser. —Mañana seguiremos. ¡Buenas noches! —Y también se fue, dejándonos otra vez a Norman y a mí solos.

Otro incómodo silencio que se me hizo eterno.

—¿Estos rifirrafes son normales entre Ray y tú? —habló finalmente Norman, sonriente.

—No lo sabes tú bien —suspiré.

Me di cuenta de que seguía de pie por la discusión con Ray, así que me senté de nuevo en mi silla. Miré a Norman de reojo, y lo vi sonriendo. Parecerá una ridiculez, pero me sonrojé.

Miré el reloj de la biblioteca. "Mejor me voy", pensé. Norman pareció pensar lo mismo, porque se levantó y se despidió.

—¡Hasta mañana!

Me levanté también, pero mi inoportuna torpeza me hizo tropezar de la forma más patética posible. Exacto, caí encima de Norman.

—¡Pe-perdón! —me disculpé, nerviosa.

Pero no parecía molesto. Me atrapó con sus brazos para que no me estampara con el suelo y me ayudó a incorporarme.

—¿Estás bien? —Quizás fue cosa mía, pero me pareció que sus mejillas estaban coloradas. —¿Te has hecho daño?

—No, tranquilo. Estoy bien. —Sonreí.

Después de eso, yo lo miré y él me miró, a los ojos, ensimismados. Cuando logré volver a la realidad, me despedí y me fui corriendo a mi habitación.

Me metí en la cama e intenté dormir, pero no lo conseguía. La experiencia en la biblioteca me provocó muchas ilusiones.

《 Norman x Tú 》「Yakusoku no Neverland/The Promised Neverland」  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora