#5

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Me dijo que me levantara y así hice.

—Deberías descansar —me aconsejó.

—No tengo mucho sueño...

—Mañana no tendrás ganas de jugar al pilla-pilla —rio.

Sonreí.

—Anda, duerme. No volveré a mi habitación hasta que lo hagas. —Una vez más, esa tranquilizadora sonrisa.

Yo, por mi parte, me sonrojé, pero por suerte la luz de la vela hizo que no se notara tanto.

Finalmente decidí hacerle caso y me tumbé en mi cama. Agarré las sábanas y me las eché por encima. Me acurruqué de lado para verlo.

Norman se sentó en el borde, paciente, esperando a que me durmiera. No imaginé que realmente fuera a hacer tal cosa.

Cada dos por tres me miraba para comprobar si ya me había dormido. Yo fingía que sí para que volviera a su habitación y descansara, aunque en verdad me gustaba que estuviera conmigo. Era extraño. Supuse que así eran los sentimientos: extraños, raros, incomprensibles, confusos.

Al parecer, fingí bastante bien, pues no tardé en oír sus pasos alejándose. Al final, de tanto simular, acabé durmiéndome.

Por la mañana, desayunamos e hicimos el examen como indicaba la rutina. Mientras salíamos de la sala, Madre se dirigió a Ray y a mí.

—Quiero hablar ahora con vosotros. Venid a mi habitación los antes posible.

Mi hermano y yo nos detuvimos. Al girarnos, Madre ya iba subiendo las escaleras.

—¿Qué querrá? — preguntó Ray.

Me encogí de hombros. Sin embargo, sabía que se traía algo entre manos: me picaba el meñique de la mano izquierda, y eso indicaba tal cosa.

No la hicimos esperar y fuimos a su habitación, por separado para no levantar sospechas.

Cuando yo llegué, Ray ya estaba dentro.

Madre estaba al otro lado de su escritorio con los dedos entrelazados sobre la mesa.

—Mis niños —dijo, —mis verdaderos niños. —Le dio un toque especial al "verdaderos". —Qué pena tener que separarnos pronto.

Mi expresión mostró sorpresa. Se me había olvidado que faltaba nada para nuestro duodécimo cumpleaños.

—Bueno, es lo que toca, ¿no, Madre? —Ray no parecía preocupado en absoluto.

—La verdad, es lo que te toca a ti, Ray. —Madre sonrió. Mi hermano arqueó las cejas. —Tú, ____, te propondré para Madre.

Estaban pasando muchas cosas y tenía que asimilarlas. ¿Yo para papel de Madre?

—¿Cómo dices? —pregunté, atónita.

—El día de vuestro cumpleaños, Ray será enviado, no queda otra opción, pero tú puedes salvarte. ¡Conviértete en Madre!

Tras unos instantes pensando, se me ocurrió una idea que podría favorecer la huida. La noche anterior recibí una lección por egoísta y ahora iba a compensarlo. "Sí, será buena idea", pensé.

—De acuerdo, Madre.

En ese momento, Ray no me dijo nada, pero yo sabía que me lo reprocharía luego.

—¡Es maravilloso! —dijo Madre. —Estoy tan feliz de que al menos unos de vosotros sobreviva, mis niños.

—Una cosa, Madre —dije. —No me parece justo que Ray vaya a morir y yo sobreviva, cuando hemos hecho el mismo trabajo. —Aquí venía mi propuesta. —Para compensarlo, aunque no sea mucho, me gustaría que las recompensas que me corresponden a partir de ahora se le entreguen a Ray en lugar de a mí.

Ray se sorprendió, igual que Madre.

—Oh... No hay problema —aseguró Madre.

—¿Solamente era para decirnos eso? —preguntó Ray. Estaba irritado, quería echarme la bronca por haber aceptado la propuesta de Madre.

—Sí, os podéis ir. —La mujer sonrió.

Salimos de la habitación y fuimos al exterior. Por el camino mi hermano no hacía más que mostrar su enfado.

—¿¡Por qué has aceptado!? ¿¡Qué hay de nuestro plan!?

—Mira, Ray —dije, —tengo una idea, un nuevo plan. Os lo explicaré a Emma, a Norman y a ti cuando nos reunamos con ellos. Por favor, cálmate.

Mi hermano resopló.

—Está bien.

Buscamos a Emma y Norman por el bosque, y después de un rato, los encontramos.

—¡Hola! —saludó Emma. —¿Qué tal ha ido?

—Hay un cambio de planes —dijo Ray, mirándome. Emma y Norman no tardaron en hacer lo mismo.

—Veréis, chicos... —comencé.

《 Norman x Tú 》「Yakusoku no Neverland/The Promised Neverland」  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora