Parte X. Cuando el teléfono sonó

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¡Carajo! ¡El cuerpo me está temblando! Apenas puedo escribir... ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Acabo de tener una pesadilla horrible!

Estoy llorando en este preciso momento... Creo que solo pude dormir una hora y pasaron solo algunos minutos desde que abrí los ojos.

Estoy sintiendo de nuevo ese espantoso escalofrío. Es esa sensación horrible una vez más; el incómodo cosquilleo en mi piel. Comienzo a sudar por los nervios y pequeñas gotas perlan mi frente. Siento punzadas espantosas en mi cabeza, como si estuviesen taladrándome el cráneo. Ese monstruo está bastante cerca. ¡Ya puedo sentirlo, está entrando en mi mente...!

Me acaba de mostrar todo lo que va a pasar.

Empecé a llorar del terror...

Acabo de ver todo lo que sucederá en tan solo unos minutos, mientras él llega por fin hasta mi casa. Estoy tan asustada. El maldito me hizo ver todo en mis sueños porque sabe que, incluso así, puede manipularme para hacer que repita esa escena de pesadilla, paso por paso.

Ahora lo sé... Él está disfrutando esto.

Mientras dormía, soñé que mi celular empezaba a vibrar sobre el buró junto a mi cama: volteaba a verlo y este se encendía en ese mismo instante; en la pantalla no aparecía ningún número, tan solo había un par de siniestros ojos verdes, mirándome fijamente.

Yo me congelaba del miedo.

Estaba muy nerviosa cuando el teléfono sonó. Sabía que era él. Me había encontrado...

Mi respiración comenzaba a acelerarse y mi pulso aumentaba súbitamente; sentía que mis pupilas se dilataban. Me levanté de la cama y salí de mi cuarto. Caminé por la sala de mi casa, temblando del miedo. Fui hacia la puerta, sin poder controlar mis propios pasos. Quise huir de vuelta hacia mi habitación... pero no pude. ¡Él no me dejó!

El teléfono seguía sonando. Respondí la llamada.

—Hola, Pao... —me dijo con su voz grotesca. Yo abrí la puerta muy despacio, con el celular pegado al oído—. Te encontré, por fin te encontré... —añadió, sonriendo y hablando desde mi mente, mientras veía sus ojos verdes y sentía mi corazón detenerse.

Esa cosa sonreía con su horrible boca gigantesca, llena de dientes afilados, y estiraba su brazo hacia mí, para cubrirme el rostro lentamente con los dedos larguísimos de su mano gris...

Entonces desperté gritando.


No puedo dejar de llorar en este momento. Siento un miedo espantoso que me inunda el pecho y me hace sacudirme con espasmos. Es la cosa más desagradable que nunca haya sentido.

Me duele el cuerpo. Estoy temblando.

Mientras escribo estas últimas palabras, el teléfono acaba de empezar a vibrar.

La pantalla se ilumina.

Está aquí...


Cuando el teléfono sonó ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora