ⅳ; corazón

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Tony estaba sirviéndose una deliciosa, humeante y adorada taza de café oscuro, en la cocina, había estado una semana con su pareja, en dónde sea que esté, conociendo la fría mente del doctor; probablemente está enseñándole una lección, lanzando pistas, hasta mantenía un carácter suave, comprensible, plenamente sereno, cuándo solía tener nula paciencia, aún con tanta experiencia como una estable pareja.

Meditó estando en privacidad, no habló con Friday en ningún segundo desde que despertó en la cama, tampoco hecho un vistazo a través de la ventana, o bajó al taller para vigilar los prototipos. ¿Qué pasaba con Nebula? Debía hablar con seriedad con el hechicero, entablar una conversación profesional entre héroes, definitivamente, es una obligación hacerlo.

Un reconocido aroma inundó sus fosas nasales, girándose de cuerpo completo, confiado en que encontraría al hombre con bonitas canas. Quedándose helado, acumulando culpa en el brillo de las pupilas, la mano que sostenía el mango de la taza tembló con descontrol, guió la otra a la boca, reteniendo cualquier sonido de impresión amenazante a huir.

—¡Señor Stark, traje las donas glaseadas que tanto le gustan! Quise incluir algunas de chocolate, o rellenas con... con... —chasqueó los dedos, invitando al multimillonario a decir la palabra pero, terminó recordándola—, ¡mermelada de frambuesas! al parecer llegué tarde, quedaron pocas, parecía una guerra campal por obtener una caja bien llenita.

Parker se acercó con una sonrisa radiante, inigualable, con la caja de cartón rosado entre las manos, abriéndola cuando estuvo enfrente a su querido mentor, ofreciéndole una de las varias donas ahí. Cómo robot, el mecánico depositó la taza en la mesada, y luego arrebató las donas de la manos del adolescente para colocarlas al junto a la taza.

Juraría que estaba apunto de sufrir un ataque de ansiedad de continuar lidiando con la presencia inocente, ingenua y sólida de su pequeño muchacho, tragó con dureza para ahogar el nudo en la garganta, el mar de lágrimas que avecinaba por rebasar mediante las abundantes pestañas.

—¿Señor Stark? ¿Qué pasa...? —interrogó con notable confusión por la situación.

Edward abrazó al Benjamín con fuerza, saboreando el tacto, la realidad, saber que están ahí, escondió el rostro en el hombro vestido del menor, unos segundos. Se distanció para darle un vistazo al rostro del arácnido, y le besó sonoramente la mejilla con cariño paternal, lo extrañó, extrañó la sensación.

—Silencio, niño. No lo  arruines.

—¿Oh? Sí, supongo —una risilla escapó de Peter, quién correspondió al poderoso abrazo de oso.

Atravesaron minutos inmóviles, demostrándose cariño de esa manera pura, fortaleciendo el vínculo padre e hijo que simplemente nació entre los dos; años atrás, cuándo fueron un particular sostén mutuo.

Un suspiro ajeno a las dos figuras masculinas, hicieron que éstos pegaran las mejillas para observar a la tercera persona en discordia, la cuál tenía una expresión de ternura total; la persona en cuestión los apuntó con la cámara del celular, captando sin autorización el momento con dulzura.

—Lamento interrumpir, Tony pero, Peter me citó a una merienda grupal, porque tuvo notas espectaculares en los últimos exámenes. Así que celebraremos, por favor, no quieras enloquecer y hacer una fiesta inmensa, sabes que no le gustan. Por cierto, Happy y May están en el living, Ned todavía no llegó pero envío un mensaje que vendrá sí o sí, Harley está internado en el taller, saldrá en cualquier instante.

—Señorita Potts, ¿y el señor Strange? ¿no vendrá? ¿y Wong? ¿MJ no mencionó nada? ¿los rojos?

—Stephen y Wong están en una misión dimensional, MJ tarde por una sorpresa, Matthew y Wade están instalados en tu habitación jugando videos juegos hace dos horas —rodó los ojos, no pregunten, ni siquiera ella sabría definir como jugaba el abogado.

Anthony se separó del joven ignorando toda la conversación, caminó hasta Virginia, tomándola de las mejillas con cuidado, viéndola, apreciándola, recibiendo una sonrisa tímida acompañada de un: Hola, Tony.

—Pepper, hola, hola, Pepper, dios, me dará un infarto aquí mismo si no me abrazas, maldita sea, Pepper ven aquí, ven aquí y no me dejes, no...— pidió entre susurros, aprisionado por una arrolladora paz y satisfacción, Virginia no dudaba en darle la contención que solía necesitar.

La blonda indicó con una señal al menor en la sala, pidiéndole que fuera con los demás, el joven obedeció con la boca cerrada. Potts; acarició la espalda del hombre de hierro, dejando un besito en la frente de éste, desconociendo la emoción del mismo.

A world like that ; Ironstrange.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora