III. A

1.9K 123 13
                                        

|Parte 1|

-¿Y cómo va todo, Evan?- preguntó mi compañero de trabajo, Mike.

-¿Con qué?- respondo con otra pregunta mientras seco el sudor de mi frente con mi antebrazo.

-Con todo, me refiero; familia, amigos, dinero... chicas- dice moviendo sus cejas rítmicamente -Hace mucho que no platicamos, quería ponerme al día contigo.

-Tienes razón, este es tu primer día de trabajo después del accidente- murmuré rascando mi nuca con culpabilidad, ya que ese accidente fue mi culpa -Perdón por esos seis meses en cama.

-No te preocupes, Evan, no fue tu intención- dijo mientras deslizaba la camilla hacia afuera para salir de abajo del auto que estamos arreglando.

-No creo que alguien deje caer un 4x4 sobre los hombros de su amigo apropósito- dije intentando darle un poco de humor al asunto, porque, la verdad, me siento demasiado culpable por haberle roto las dos clavículas y haberle fracturado una pequeña parte de la columna ¡Casi queda inválido por causa mía!

-Eso creo- dijo riendo. Al menos he hecho la situación un poco menos incómoda para mí -¿Alguna chica especial de la que quieras hablar?- pregunta después de callar un momento.

-Mike, tú sabes cómo soy- reí estruendosamente -Nunca he tenido una relación seria y no la tendré, ¿cuándo será el día en que alguien comprenda el termino touch and go?

-No puedo creer que acabas de decir eso- dijo sonriendo.

-Yo tampoco... soné como un marica- inquiero acariciando mi barbilla con el dedo índice y pulgar.

-Más o menos- ambos comenzamos a reír exageradamente alto.

El dueño del Taller Mecánico, John, el cual era un viejo panzón con dedos gordos como longanizas y con menos de la mitad de la cabeza cubierta con unos pocos mechones de cabello; se levantó de su asiento, dentro de una pequeña cabina de vidrio con un escritorio, y se dirigió hacia nosotros mientras acomodaba sus pantalones adecuadamente, según él para que "su estómago luciera menos elevado"... buen chiste.

-Basta de risas, Peters y Baxter, no les pago para que estén divirtiéndose- exclamó a solo unos metros de mi oído, haciéndolo explotar, y con un tono de regaño.

-Nos paga una miseria, de todos modos- susurré para que solo Mike me escuchara, el cual rió discretamente.

-Te escuché, muchacho, mejor ponte a trabajar antes de que cambie de opinión respecto a ustedes y los despida- amenazó y se retiró del lugar para volver a ese pequeño escritorio tras la pared de cristal.

-Mejor sigamos con este bebé- propuso Mike y ambos pusimos manos a la obra.

Dentro de unas horas, el dueño del auto llegó, al parecer era una de esas personas que frecuentaba las fiestas de mi padre, ya que me miró de pies a cabeza de forma degradante. Me entregó las llaves de su convertible negro para que lo encendiera, no sé por qué no podía hacerlo él, son suficientes las cuatro horas que pasé bajo el sol arreglando el auto de un extraño que al parecer no es nada educado.

-No confíes en nadie- pensé. Un hombre con traje no siempre es de fiar, esa es una de las pocas cosas que mi madre me enseñó... uno nunca puede confiar en nadie, especialmente en las personas que usan trajes.

-Mmh...- tarareó el hombre -Al parecer funciona- dijo caminando en círculos frente a nosotros -Pero me temo que pedí que mi auto estuviera listo en tres días, lo traje aquí el día jueves, es decir, este auto debió haber sido retornado el día domingo, o sea, ayer.

-Los domingos este taller no abre, si quería un taller que abriera todos los días, debió haberlo pensado antes o inaugurar uno propio- dije con desinterés, apoyándome en el auto, sin mirarlo al rostro y preocupándome más de las hormigas que había en el suelo.

Be Careful |Evan Peters|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora