El comienzo

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"Juli, porfa ayúdame con las maletas, ¡Se nos va a hacer tarde!"

"¡Voy, ma!"

El jeep color verde oscuro estaba estacionado justo frente a la puerta principal con todas las puertas abiertas. No era el primer viaje que Juliana Valdés hacía en ese Jeep, pero sí era el primero del año por el cual se sentía más que emocionada.

Era el primer día de vacaciones de verano, y Juliana y su madre, Lupita, sabían lo que significaba: Playa Escondida.

Era el lugar favorito de ambas y donde pasaban juntas todos los veranos. Juliana prácticamente había crecido en esa playa debido a que su madre tenía un negocio ahí desde antes de nacer ella. Negocio con el que ahora estaba muy familiarizada, puesto que Lupita quería que Juliana aprendiera de él y se hiciera cargo una vez que ella se jubilara. Pero para eso faltaba aún mucho tiempo. Por ahora Juliana podía disfrutar del mar y de la arena sin preocupaciones por tres largos meses antes del siguiente ciclo escolar.

Emprendieron su camino a eso de las 3 de la tarde, cuando el calor estaba insoportable y lo único que las mantenía con ánimos era la fantasía de zambullirse en el mar en cuanto llegaran. Se quedarían en donde siempre: en la casa de que solía ser de la abuela de Juliana y que ahora había pasado a ser propiedad de Lupita.

A pesar de que Juliana pasaba la mayoría del tiempo en la ciudad, sentía que su verdadero hogar estaba en la playa. Era ahí donde tenía su casa, a diferencia del departamento que tenían en la ciudad. También tenía a sus amigos de toda la vida, Renata y Guille. Todas las personas que vivían en la pequeña zona de Playa Escondida la conocían perfectamente, por lo que tenía redes de apoyo bastante estrechas.

No fue sorpresa el día que Juliana le dijo a su madre que planeaba quedarse a vivir ahí después de terminar la escuela. Sin embargo, Lupita siempre había querido que Juliana expandiera sus horizontes. Que apuntara más alto, que viajara y que consiguiera una carrera exitosa, cosa que a Juliana nunca le había llamado la atención. Era un tema de ir y venir, en donde nunca lograban estar de acuerdo, pero habían decidido dejarlo por la paz hasta que Juliana comenzara el último año de preparatoria.

Ahora que ese momento había llegado, Juliana sabía que el tema saldría a flote. Sin embargo, quería disfrutar de su verano, por lo que planeaba posponer la cuestión lo más que se pudiera.

Después de dos horas de camino, Juliana comenzó a reconocer sus alrededores. Faltaba aproximadamente media hora para llegar a su destino. Sentía que gotas de sudor corrían por su pecho y espalda, empapando la tela de su camisa. Trató de airearse, pero el aire era caliente, por lo que no hacía mucha diferencia.

"Lo siento, Juli. Sé que hace un calor espantoso," dijo Lupita apenada.

"Ma, quedamos que mejor en lugar de reparar el aire acondicionado, mejor usábamos ese dinero para el negocio. Fue una buena decisión. Además, ya casi llegamos."

Lupita suspiró. "Trata de dormir un rato para que pase rápido. Te despertaré en cuanto lleguemos," dijo entregándole una botella con agua.

Juliana accedió y al poco tiempo se quedó dormida.

Después de aparentes segundos después, sintió un leve toqueteo en el hombro.

"Hija, ya llegamos."

Juliana abrió los ojos y giró la cabeza. No pudo evitar esbozar una sonrisa al contemplar la casa: Era blanca, grande y semi- moderna. Los escalones empedrados de la entrada le daban un aspecto rústico que contrastaba con los grandes ventanales. Pero lo mejor de todo era la vista. Todos los cuartos tenían balcones que daban vista al mar.

"Ayúdame a bajar las cosas," dijo su madre.

Una vez instaladas, Juliana se desplomó en uno de los sillones de la sala. Su madre había estado al teléfono por mucho rato ya, y, a pesar de que habían quedado de ir a dar un recorrido por la playa juntas, no quería perder más tiempo.

"Ma, ya voy a caminar. Me alcanzas al rato, ¿va?"

"¡Juli, espera! Hay algo que debo decirte," interrumpió Lupita una vez que había terminado la llamada. "Acabo de recibir una llamada de Lucía."

Juliana frunció el ceño. "¿Lucía tu amiga? ¿La mamá de Guille?"

Lucía Borges era la mejor amiga de Lupita desde que tenían 14 años. Juliana había escuchado incontables historias sobre ella y su madre, y las travesuras que habían hecho juntas. Sin embargo, sólo había visto a Lucía dos veces en su vida. No era porque ahora se llevaran mal ella y Lupita. Al contrario: Lucía y su madre seguían manteniendo la misma amistad que cuando eran adolescentes. Pero desde que Lucía había contraído matrimonio con León Carvajal, un poderoso empresario, Lucía siempre se encontraba ocupada para salir de vacaciones o visitar.

No obstante, Juliana era muy amiga del hijastro de Lucía, Guille. Se conocían desde que eran pequeños, porque Guille pasaba algunos veranos en Playa Escondida. Desde el momento en que se conocieron, se hicieron buenos amigos. Eso, y también estaba el hecho de que Guille era novio de Renata, una de las amigas de la infancia de Juliana.

"Sí, Lucía mamá de Guille. Recuerdas lo que pasó hace unos meses con León, su esposo," Lupita dio por hecho más que preguntó.

"Sí, fue asesinado en sus bodas de plata," dijo Juliana con una expresión de tristeza.

"Pues bien, Lucía quiere tomar unas vacaciones y alejarse de los medios por un rato. Me preguntó si podía venir aquí y le dije que era bienvenida, pero antes quiero saber si eso está bien contigo. Guille también viene."

Juliana sintió una gran alegría. "Mamá, por supuesto que está bien conmigo, ¿Por qué no habría de estarlo?"

Lupita hizo una ligera mueca, evidenciando que escondía algo.

"¿Qué? ¿Por qué haces esa cara?"

"Se quedarían aquí en la casa por los tres meses del verano, pero no sólo Lucía y Guille. También viene Valentina."

Juliana parpadeó un par de veces y tragó en seco.

"¿Valentina Carvajal viene a quedarse en esta casa?"

El mar, la arena y tú: Una historia JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora