¡Hola Juliantinas! ¡Muchas gracias por los comentarios y sus votos! Aquí está la siguiente parte de la historia.
Juliana se estacionó a un costado de la casa en cuanto llegaron. Agradeció a los cielos que el aire ya no estuviera tan caliente y que lo que ahora se colaba por las ventanas del vehículo era una brisa fresca.
"Valentina, ya llegamos."
La mayor se movió un poco, pero no se despertó.
"Valentina..." insistió Juliana. Cuando la ojiazul no reaccionó, se quitó el cinturón y se acercó a ella. Notó que un mechón de su cabello estaba tapando su rostro, por lo que suavemente lo retiró de sus ojos. Sus dedos duraron unos pocos segundos más de lo que deberían en su rostro, pero es que para Juliana era algo casi inevitable. Era como si la fiera estuviera por fin calmada... tranquila. Y eso le intrigaba bastante.
"Val..." Juliana optó por su apodo.
"Mhmmm..." Valentina suspiró.
"¿Cómo te sientes?"
Valentina parpadeó varias veces, acostumbrándose a la oscuridad de la noche. Se estiró un poco, pero acto seguido, contrajo sus extremidades con expresión asustada.
"¿Qué? ¿Qué pasa?" Juliana se acercó a ella al notar su extraño comportamiento.
Valentina no la miró. Se giró hacia el otro lado y rápidamente abrió la puerta del Jeep para colgar la cabeza y vomitar de nuevo en el suelo. Juliana inmediatamente salió del auto y lo rodeó hasta donde estaba la otra chica. Sujetó su cabello con cuidado mientras ella temblaba y vaciaba de nuevo el contenido de su estómago. Juliana no recordaba haberse intoxicado alguna vez, por lo que se sentía nerviosa al no entender cómo Valentina seguía vomitando tanto.
Una vez que hubo terminado, la ojiazul, casi inconsciente, apoyó su peso en el hombro de Juliana, quien rodeó su cintura con cuidado. La sostuvo contra ella sin realmente saber si debía gritar por ayuda a su madre o a Guille. Antes de que pudiera pensar en cómo avisarles sin despertar a media cuadra, escuchó la puerta de la casa abrir y cerrarse.
Guille se apresuró rápidamente hacia donde estaban y ayudó a Juliana con soportar el peso de Valentina.
"Hermanita, ¿cómo estás?" preguntó preocupado.
Valentina soltó un suspiro y sacudió la cabeza, indicando que no se encontraba bien.
"Ven, Val. Vamos a llevarte adentro."
Con cuidado, Guille tomó a Valentina en brazos y comenzó a avanzar hacia la casa. Juliana lo seguía de cerca, ignorando el desastre del suelo. Mañana podría ocuparse de eso. Ahora lo que importaba es que Valentina se encontrara bien.
Llegaron hasta la habitación en donde se estaba quedando Valentina, y Guille la colocó en su cama delicadamente. Valentina se acurrucó, temblando incesantemente. Juliana podía observar que sudaba frío y que sus facciones denotaban un malestar intenso.
"Tal vez sería mejor que tomara un baño..." dijo Guille al notar su aspecto. "Podría hacerla sentir mejor."
Juliana tragó en seco. No tenía ningún problema con el hecho de que Valentina tomara un baño. Lo que le preocupada era que tal vez necesitaría ayuda para ello, y eso la hacía sentir nerviosa.
"Yo creo que lo que necesita ahora es descansar."
"Hey," dijo Lupita cuando se introdujo en la habitación. Juliana suspiró aliviada.
"Hola, ma. ¿Cómo está Lucía?"
"Está mucho mejor, pero ahora está descansando. ¿Cómo está Valentina?" dijo Lupita acercándose a tocar la frente de la ojiazul.
ESTÁS LEYENDO
El mar, la arena y tú: Una historia Juliantina
RomanceJuliana Valdés había pasado todos los veranos con su madre en Playa Escondida. Valentina Carvajal había pasado todos sus veranos en la ciudad, pero cuando su padre muere, su mundo cambia por completo. Lucía, su madrastra, decide llevarla de vacacio...