Recordando

2.1K 125 9
                                    


Juliana no había visto a Valentina Carvajal en años. La última vez que la vio en persona tenía 5, y no había sido una experiencia agradable.

Era el verano del 2005, una de las pocas veces que Lucía y León habían ido a vacacionar con ellas a la playa. Guille tenía 8 años, y Juliana recordaba vívidamente que era el cumpleaños número 6 de Valentina. Su padre le había comprado un pastel enorme y Juliana estaba muy emocionada porque era de tres pisos y nunca había visto algo parecido. Parecía un pastel digno de una princesa.

Lo que pasó después fue que Valentina sugirió que jugaran a un juego. El juego trataba de quién de los tres podía hacer la travesura más grande. Aunque Juliana no quería meterse en problemas, no quería que la hicieran a un lado o le dijeran de cosas. Además, ella sólo tenía cinco años y Valentina ya tenía seis... Valentina obviamente sabía lo que hacía.

Juliana del 2019 cerró los ojos al recordar la travesura de Valentina, que fue volcar el enorme pastel sobre la cabeza de Juliana. Su madre había tardado una semana en quitarle todo el colorante del cabello, y había terminado oliendo a pastel por casi dos.

"Sé que es lo que estás pensando," interrumpió Lupe sus pensamientos. "Pero recuerda que tenías cinco años. Valentina no va a venir a volcarte un pastel de nuevo, Juli."

"Me castigaste por un mes, ¿recuerdas?"

"Era para que aprendieras a decir que no la próxima vez," su madre le dio un guiño.

Juliana suspiró. Su mamá tenía razón. Había pasado ya mucho tiempo.

No obstante, la idea de Valentina viviendo en su casa la ponía nerviosa, y es que Valentina Carvajal era una chica bastante diferente a Juliana.

Juliana recibió su solicitud de amistad por Facebook cuando tenía 15 años. Cuando las fotos de Juliana transmitían alegría, tranquilidad, estudios y una que otra fiesta, las de Valentina eran de descontrol, salir de fiesta todos los fines de semana, alcohol y tener muchos chicos tras de ella. No sabía por qué demonios le había enviado una solicitud de amistad. Tal vez había sido para burlarse de ella un poco... como si eso le recordara: Hey, ¿recuerdas que te volqué un pastel en la cabeza y lloraste como una bebé? Pues todavía existo.

¿Cómo demonios iban a poder estar bajo el mismo techo sin volver loca la una a la otra?

"No es como si tuviera opción en esto, ¿o sí?" dijo Juliana, resignada.

"Siempre tienes opción, Juli. Puedo pedir que se hospeden en otro lado... pero sería muy raro que dijera que la razón es porque no has superado lo del pastel," dijo su madre con una risita.

Juliana gruñó. Sabía que no tenía escapatoria si es que iban a quedarse en Playa Escondida. Tarde o temprano iba a encontrarse con Valentina.

"Está bien," dijo Juliana a regañadientes. "Pero quiero mi cuarto sólo para mí. Valentina tendrá que dormir en otro cuarto."

"Hecho."

---

Como a eso de las ocho de la noche, Juliana regresó a casa después de dar una caminara junto al mar. La suave brisa del verano había refrescado gracias al atardecer levantando gotitas de agua de vez en cuando que refrescaron a Juliana y la hicieron sentir más relajada. Aun así, no paraba de darle vueltas al asunto.

Sintió algo pesado en el estómago cuando encontró un Mercedes negro estacionado a un lado del viejo Jeep. Risas provenientes del interior indicaba que sus invitados habían llegado, por lo que dándose un pequeño vistazo en una de las ventanas laterales para revisar que no estuviera muy despeinada, Juliana finalmente se adentró por la puerta principal.

El mar, la arena y tú: Una historia JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora