Incertidumbre

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¡Hola Juliantinas! Pues no hice maratón porque he estado muy ocupada, peeero les dejo un capítulo mucho más largo. Denle mucho amor! Me encanta leer sus comentarios! :)


Valentina no respondió. Simplemente miró a Juliana fijamente antes de extenderle la mano y así guiarlas hasta la orilla.

Intercambiaban miradas ocasionalmente mientras ayudaban a Guille y a Renata a acomodar las cosas para el picnic y construir la fogata, pero no volvieron a tocar el tema en lo que restó de su convivencia.

Juliana, a pesar de que no sabía cómo proceder ahora con Valentina, se sentía de cierta manera tranquila. La ojiazul no se alejaba de ella cuando se le acercaba o cuando la tocaba por "accidente" mientras trataba de alcanzar alguno de los alimentos puestos sobre el mantel. Lo que había pasado en el mar era algo que, sin lugar a dudas, tendrían que hablar, pero ahora no era el momento para ello ni para hacerse líos en la cabeza. Ahora era momento para disfrutar la tarde y de la compañía.

Tiempo después de comer y de que se hubieran secado casi completamente, decidieron marcharse de la playa. Era alrededor de las 10 de la noche, cuando la luz de la luna y algunos cuantos faroles eran la única fuente de luz para ellos. Caminaron con cuidado y colocaron la comida sobrante, hieleras y toallas en la parte trasera del Jeep de Juliana.

En cuanto todo estuvo listo, Guille señaló con la cabeza a Juliana para que lo siguiera hasta su carro.

"Perdona que te haya alejado de las chicas, pero quiero que Vale y Renata interactúen por un rato solas. Me gusta la idea de que mi novia y mi hermanita se lleven bien," dijo Guille mientras se sentaba en el capó de su Mercedes. Juliana soltó una pequeña sonrisa y tomó asiento a su lado.

"¿Siempre son así las noches?" preguntó Guille mirando al cielo.

"¿Así cómo?"

"Así," dijo Guille señalando a las estrellas. La verdad era que el cielo nocturno de Playa Escondida era una de las cosas que más le gustaban a Juliana. En la ciudad siempre había ruido y panorámicos que contaminaban su vista, pero en la playa todo era diferente. Parecía una imagen salida de una revista de National Geographic. Había millones de estrellas de diferentes tamaños brillando. Algunas se quedaban fijas, mientras que otras tintineaban, como si estuvieran montando un espectáculo para la luna.

"Es increíble," dijo Guille después de un rato, cuando Juliana no le contestó.

"Lo es."

"Hace tiempo que no pasábamos tiempo a solas tú y yo," dijo Guille mientras le daba un leve empujón con el hombro, haciendo reír a Juliana.

"Supongo que has estado muy ocupado con tu novia," dijo Juliana burlándose y regresándole el empujón.

Guille fingió un sonido de sorpresa. "¿Son celos acaso lo que percibo?" la molestó.

Juliana rió y echó la cabeza hacia atrás, atrayendo la atención de las dos chicas que se habían quedado conversando animosamente en la lejanía.

"No, no son celos," sonrió la morena. "Me alegra que estés feliz. Renata es una buena persona."

"Lo es," concordó Guille.

"Sí, así que más te vale tratarla bien, porque si no, te las verás conmigo," advirtió Juliana dándole un leve golpe en el hombro.

"¡Oye!" Guille rió empujándola.

"¿A qué se debe la violencia?" preguntó Renata con una sonrisa una vez que ella y Valentina los alcanzaron. Juliana y Renata intercambiaron miradas, y Juliana le guiñó el ojo. Era un intercambio de esos que pasan sólo entre mejores amigas. De esos que, sin decir nada, ya sabes lo que la otra persona está pensando. Juliana no podía estar más agradecida por tener a una amiga como Renata en su vida. Se entendían de todo, y raramente peleaban. Era una persona que Juliana sabía que podía contarle lo que sea sin sentir culpa o vergüenza.

El mar, la arena y tú: Una historia JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora