—¿Quién cojones sois vosotros? —Cuestionó una voz a sus espaldas.
Como acto reflejo, Hoseok gritó como si le estuvieran haciendo una vasectomía sin anestesia, y se enganchó de un salto a Jungkook imitando a un koala. El joven se giró como pudo (teniendo en cuenta que Hoseok colgaba de él), y frente a ellos se hallaba una persona. Era un chico alto y de hombros anchos, parecía rondar los veintitantos, tenía el cabello negro peinado con cuidado, unos labios rellenos como los de Jimin, y a pesar de estar vestido con unas simples bermudas y un pantalón, parecía sacado de un puñetero drama coreano.
Su ceño estaba fruncido, y con los brazos cruzados esperaba claramente una explicación. Jungkook giró la cabeza hacia su amigo, que le contemplaba con una sonrisilla nerviosa.
—Maldigo el momento en que decidir ser tu amigo Jung Hoseok.
***
Era domingo, el sol apretaba con fuerza y hacía un día increíblemente bueno. Hoseok se levantó de la cama con optimismo, y sin haber desayunado, bajó corriendo a la casa de invitados, donde se hospedaban los hermanos Hamilton.
Después de pasar la primera noche en casa de Jimin (ya que todas sus pertenencias estaban en la de los Hwang), decidieron que lo mejor era que pasaran sus vacaciones en casa de Hoseok. Ambos hermanos eran consciente de que el coreano manejaba pasta, y que por lo que habían escuchado, a grandes niveles, pero nunca imaginaron encontrarse un hogar semejante.
Por fuera, no daba la impresión de ser exageradamente grande para tratarse de una mansión, pero la fuente de la entrada y la fachada de piedra ya prometían. Su interior, les dejó obnubilados; gran iluminaria, sofás de diseño, cuadros caros y lujo a todos los niveles. Aquella casa tenía tantas habitaciones que Elio había perdido la cuenta.
No me extraña que Oliva nos haya dicho que somos unos afortunados. Pensó.
Tras una breve visita guiada por la mansión, Hoseok los condujo por la parte trasera, donde estaba la enorme piscina y justo al otro lado, guiada por un caminito de piedra que se perdía entre cerezos, la casa de invitados.
Un excelente refugio paradisiaco.
Aquel lugar tenía todo lo que Simon y Elio podían desar.
Hobi alzó la mano a modo de saludo cuando estuvo lo suficientemente cerca de ambos hermanos, haciendo que Simon soltara el plato de panceta en la mesa de fuera, devolviéndole el gesto.
—Mi hermano está dentro terminando los zumos. —Indicó señalando la puerta a su espalda. Al instante, una mezcla de diferentes olores invadió las fosas nasales del coreano.—¿Quieres huevo frito?
—Sí, eso estaría estupendo. —Asintió con una gran sonrisa. —Por cierto, —alzó la bolsa que traía en la mano. — ya están listo los tuppers de fruta.
—Genial. —Simon le dio una amistosa palmada en la espalda. —Déjalos en la neverita. —Hobi inició su paso hacia el interior de la casa, siendo recibido por la brisa fresca que corría en su interior. —¡Está sobre el sofá!
Cuando entró, Elio se giró para saludarle regalándole una sonrisa; tenía puesto un delantal sobre la camiseta y el bañador, mientras que con una mano sujetaba la sartén, con la otra la paleta.
—¿Le has dicho a mi hermano que querías un huevo, no? —Elio acompañó su pregunta mientras rompía uno para echarlo a la sartén.
—Sí, por favor.
—¿A qué hora teníamos que estar allí? —Cuestionó refiriéndose a la casa de los Hwang.
—En media hora. —El chico se giró automáticamente mirando con el ceño fruncido a Hoseok.
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Todos los veranos llevan a Seúl || bts
FanfictionLa historia de Park Jimin, Hwang Hana y Olivia Geller empieza con la historia de sus propias madres. Amigos desde la infancia, la vida va construyendo caminos diferentes para cada uno de ellos, pero todos acaban convergiendo en los veranos de Seúl...