La historia de Park Jimin, Hwang Hana y Olivia Geller empieza con la historia de sus propias madres. Amigos desde la infancia, la vida va construyendo caminos diferentes para cada uno de ellos, pero todos acaban convergiendo en los veranos de Seúl...
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part one: "about the presents"
Era día 30, lo que significaba que a Maggie solo tenía aquella mañana para encontrar un regalo. En realidad, le gustaría presumir de que aquello era una novedad, pero sería una gran mentira. Siempre le pasaba. Pero no porque se olvidara de ello, o no le diera importancia, no, todo lo contrario; siempre quería hacer el regalo perfecto, pero acababa dándole tantas vueltas a el que podría regalar, que al final, se le echaba el tiempo encima.
Aquella mañana se levantó bien temprano, se arreglo, desayunó y bajó hacia las zonas recreativas y comerciales. Sacó su móvil para comprobar la hora que era y soltó un gruñido de frustración al comprobar que apenas le quedaba una hora y media antes de la comida. Por suerte y anticipándose a lo que podría pasar, se arregló para no tener que dar demasiadas vueltas. El hecho de pensar que en una hora y media tendría que encontrar el regalo perfecto para Olivia, subir a las villas y vestirse para la ocasión, le generaba mucho estrés, pero gracias a su idea brillante de anticiparse había suprimido los dos últimos.
Iba de aquí para allá, dando más y más vueltas, había visto cosas muy guays que sin duda podrían gustarles a su amiga, pero nada le parecía suficiente. Cuando ya se cansó del denso ambiente del centro comercial, se dirigió a la puerta para tomar un poco de aire fresco, quizás así se le aclararían las ideas.
Salió con el abrigo puesto y el gélido aire de la sierra le golpeó la cara. Adoraba la sensación de enterrar su rostro en la bufanda y meter las manos dentro de los bolsillos del abrigo; sin duda el invierno era su estación favorita.
—¡Ayuda!¡Qué alguien lo pare! —Aquel grito le sacó de cualquier cavilación que pudiera estar teniendo, alzó la vista rápidamente encontrándose con un chico que corría detrás de un perro peludo y adorable. Le sorprendió que para ser tan pequeño le llevara tanta ventaja a quien le perseguía.
Maggie observó cómo se acercaba cada vez más a ella y en un rápido movimiento sacó las manos del bolsillo atrapando al animal casi al vuelo. Cuando su dueño llegó hasta ella, se dobló por la mitad, apoyando las manos en sus rodillas mientras recuperaba el aire en grandes bocanadas. Maggie no pudo evitar alzar las cejas muchísimo al fijarse que llevaba unas sandalias. Sí, sandalias.
En ese momento, su teléfono comenzó a vibrar en su bolso, ocasionando que le devolviera el animal a su dueño para que pudiera atender a quien le llamaba. Suspiró al ver que se trataba de su hermana.
—¿Sí? —Contestó en un murmullo.
—¿Maggie? Hola, ¿dónde estás? Olivia y yo estamos a punto de arreglarnos para la comida, ¿no vas a venir?
—Eh... No, no te preocupes, nos encontraremos directamente en el restaurante. —Miró de reojo a aquel chico que seguía allí contemplándola fijamente.
Un suspiro al otro lado de la línea le hizo volver su atención a la conversación.
—¿No me digas que aún no tienes el regalo? —Maggie no dijo nada. —Bien, entonces nos vemos allí, sólo espero no ser yo, porque entonces me decepcionaría mucho que fueras mi hermana.
