¡Oh soledad! Necesito un hombre

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"Nuestras ciudades con sus altísimos edificios y su enorme superpoblación son el mayor caldo de cultivo para el aislamiento. No hay lugar más solitario que la ciudad de Nueva York un día de semana a la hora pico, rodeado de veinte mil millones de seres que también están solos"

***

_Fogón sagrado_ dijo Erik. 

_¿Qué es eso?_

El granero volvía a tomar forma de granero esa mañana. Y Erik sí que cooperaba. La ayudaba a lidiar con el desorden mientras le contaba cosas triviales.

 Quería preguntarle por qué el lobo lo había llamado de aquella forma, pero decidió no hacerlo. Eso de preguntar y luego tener que responder no le convenía. Sólo había funcionado con el lobo la noche anterior. 

De repente se encontró pensando en lo que había hecho con él, o mejor dicho, en lo que él le había hecho. Y tuvo una conclusión: esa podía ser su vía de escape de la realidad.

Pero Skylin siempre llevaba una pizca de maldad en su interior. Y si iba a escapar por esa ventana llamada lobo, también iba a dejarle en claro que él no le importaba en lo absoluto entonces tendría que ser mala con él. 

Y en cierta forma todo encastraba a la perfección. Ella haría algo malo, él la castigaría de aquella manera y ella ganaría olvidar. Era genial.

Sólo que la felina no contaba con todas las cosas que pueden ser una posibilidad en este mundo de ser real. Solo pensaba en ella misma y en su egoísmo.  

_Es la fogata anual, es un ritual wakandiano, milenario_ le contó Erik. El moreno cargaba en su hombro un fardo rectangular y lo trasladaba a una esquina, para apilarlo con los demás. 

_¿Y para qué es?_ él la miró como si ella no entendiera nada y sonrió.

_Nena, es una fiesta_ soltó siendo obvio.

Una fiesta...nunca había estado en una fiesta. Jamás.

¿Cómo serían? No se podía imaginar una fiesta de nativos y fogatas milenarias. Todo parecía un poco salido de cuentos de hadas. 

No le dio mucha trascendencia y comenzó a trazar su camino hacia la guarida del lobo. Tenía que ser astuta, cuidadosa, cautelosa e inteligente. 

¿Qué podía hacer para hacerlo enojar y terminar de nuevo en sus manos? 

Sí, lo recordó. 

Recordó haberlo retado a pelear contra él en cuanto recuperara la movilidad de su pierna rota. ¿Cómo había podido olvidar eso? Ya habían pasado varios días de ese suceso.

Confiaba en ella. Confiaba en lo que sabía. Su expediente decía que era buena en combate. Y era más que eso. Tenía experiencia con las armas blancas también y a pesar de llevar mucho tiempo sin práctica, lo que se aprende no se olvida.

Pero ¿si algo salía mal  y no funcionaba?, joder. Ya estaba actuando como una desesperada. 

Y lo peor era que en todo ese tiempo solo se había dignado a pensar en él. En el olvido. En lo fácil que había sido contar aquello que tanto le pesaba. En lo simple y rápido que había sido decir aquellas palabras. Pero así de rápido también había logrado olvidar.

Él la había ayudado a olvidar. Al parecer el lobo no ponía mucha resistencia en eso. Entonces ¿por qué no simplemente decirle lo que deseaba? ¿por qué no decirle: oye, necesito que me folles y me hagas olvidar quien soy? No, ella nunca diría eso. 

Bueno...la noche anterior le había rogado que la hiciera olvidar. 

Pero... agrr

_¿En qué piensas tanto?_ la interrumpió Erik y ella y su cerebro le agradecieron. Iba a volverse loca. Sí, estaba en camino a ello. No podía ser posible que su mente fuera tan caótica, joder.

Futuro interrumpido -  Bucky Barnes +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora