La llama del odio

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Ya no iba a decir cuanto lo odiaba. Era obvio que era un echo. Sí, era un echo.

¿Cómo podía ser tan patriarcal y estúpido? Era una la peor combinación. Que la mandara ya era un problema, pero que se creyera el hombre alfa era demasiado.

Bufó y maldijo. Lo insultó de todas las maneras posibles. mientras caminaba y pensaba en como iba a hacer para darse su lugar y que él dejara de pensar que ella era una niña idiota. Porque definitivamente no lo era.

Sin embargo, allí estaba. Siguiendo sus estúpidas órdenes y yendo a buscar la estúpida leña.

Bueno...en realidad no lo había hecho por seguir una orden, sino para escapar de él y su maldita mirada retadora y sus insultantes frases y su piel desnuda.

Eso último era lo peor. Se quiso golpear a ella misma por ser una traidora de su propia batalla. El lobo era el enemigo y ella no presa de nadie, de nadie.

Le habían llamado la atención aquellas cicatrices altamente notorias, aquella falta de su brazo y las marcas en su cuerpo. No sentía lástima por él. Nunca la iba a sentir. Se obligó mentalmente a creerse eso.

El lobo no era de fiar, no lo era.

Recogió varias ramas secas, las suficientes como para prender una fogata, pero no para mantenerla.

No quería regresar, pero pensó en los jaguares y en el sol escondiéndose. Entonces decidió volver.

Para cuando volvió, él ya no estaba en el agua, sino sentado sobre una piedra, aun sin su camisa. Lo odió. Tiró las ramas en el suelo y sin mirarlo habló.

_¿Ahora quiere que valla a cazar peces para usted comer majestad?_ era como un ladrido bastante obvio.

_¿Eso es el fuego?_señaló las ramas, con burla_vas a morirte de frío_soltó con una sonrisa. Malo y ganador.

_Mejor entonces, no tendré que volver a ver tu estúpida cara_ él dejó de reírse.

_Tendrás que dormir cerca entonces, para no congelarte_ sabía que esos comentarios, eran carbón para alimentar el fuego de su odio. La hoguera de su odio hacia él. Pero en cierto modo desconocido, no podía evitarlo. Le gustaba pelear con la gata. Lo hacía todo menos pesado.

_Iré a buscar más_dijo ella, queriendo matarlo, caminó unos pasos pero él la detuvo.

_Espera_ella lo miró enojada. Bucky se acercó a ella e hizo un gesto con su dedo para que no hiciera ruido. Miró hacia el monte. Estaba oscuro ya.

_¿Qué te pasa estú..._él la calló poniendo su mano en la boca de la gata contestona.

_Shhh_susurró sin dejar de ver hacia los árboles. Ella quiso alejarse, salir corriendo. Él y su espeso cuerpo mojado estaban demasiado encima de ella. Era extraño.

Podía salirse, podía moverse y alejarse. ¿Por qué no lo hacía?

Un ruido detrás de ella la paralizó. Unos pasos quebrando ramas, unos pequeños rugidos. Y luego silencio.

Bucky sabía que el animal se había ido. Pero demoró unos segundos más en quitar su mano de aquella molesta boca y alejarse.

Antes de hacerlo la miró.

Era bajita. Y sus ojos estaban asustados. Era pequeña frente a él. Cualquiera podría destruirla tan fácilmente. Y seguramente ya lo habían hecho.

Seguramente.

Se alejó despacio sin dejar de verla y luego de reaccionar, caminó hasta su ropa. Se vistió, tomó las ramas para la fogata miserable y caminó hasta su cabaña, con ella a unos pasos de distancia. En todo este tiempo no dijeron nada.

Futuro interrumpido -  Bucky Barnes +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora