I

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-No podemos hacer mucho más, está agonizando - la mujer rubia niega una y otra vez, ella está en deuda con la mujer que yace severamente lesionada en esa camilla, ella sabe que nunca hizo más que apoyarle y darle su lugar.

-Sabes que si hay una solución - extiende la ampolla oscura frente a los ojos de aquel extraño que apenas conoce de hace un par de semanas.
-¿En serio vas a inocularle su propio invento?
-Es eso o morirá - mantienes el agarre firme y ruegas para tus adentros que este lacayo tome tu opción.

-Serás tú quien se haga responsable de esto -finalmente contesta mientras te arrebata el envase.

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Sientes que te falta el aire y tratas de aspirar lo más que puedes. Y así abres los ojos de golpe y toses profundamente.
Tomás bocanadas de aire y cómo puedes tratas de erguirte, una mano en tu hombro te alerta y cuando giras tus ojos casi salen de sus órbitas.

-Tómalo con calma. Acabas de volver del mundo de los muertos.

-¿Eve?- tiene que ser una pesadilla, es la última persona que deseas ver y menos en estas circunstancias.

-Por supuesto Lena, te he salvado - ella sonríe cómo si fuera tú mejor amiga y sólo deseas tomarla del cuello y apretarle hasta que muera.

-Tuviste un desafortunado accidente, y... - tus ojos se abren cómo platos cuando ves aquella jeringa con restos de esa solución que tan bien conoces.

-¿Qué me has hecho? - alcanzas a replicar.

-¡Salvarte! - una mujer de edad avanzada entra en escena y te mira de arriba a abajo.

-¿Quien es usted?

-Una aliada querida, una gran aliada.

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-¿Sabes algo de Lena?

Tu rostro debe expresar la preocupación al respecto, niegas sin decir palabras y sigues buscando entre tus pensamientos a donde pudo haber ido.

-Tengo novedades, encontraron un auto en las inmediaciones de la autopista treinta y cinco - observas a Brainy vacilar y tú corazón salta a un ritmo frenético.
-Es el BMW negro de Lena.

-¡No! - niegas mientras ellos te miran fijamente - Es un error. Tiene que serlo.

-Estalló Kara. Lo siento- él seca sus propias lágrimas y tú dejas de escuchar.

Corres y saltas por aquel balcón a la oscura noche y vuelas con toda tu potencia, una voz se cuela a través del auricular, pero haces caso omiso. Usas tu visión de rayos x para rastrear el perímetro, pero de inmediato localizas el punto que indicó Brainy antes de soltar aquella bomba de kryptonita sobre ti.

Detienes el vuelo y te suspendes en el aire. Tus lágrimas emanan por tu rostro sin cesar y el peso del mundo cae de pronto sobre tu pecho.
Hay una llamarada intensa y no queda nada más que restos ardientes por el incesante fuego. Soplas una bocanada de aire helado y apagas en segundos aquel desastre.
No puedes si quiera pronunciar una palabra, tu pecho esta tan dolorido que crees morir en cualquier instante, no dejas de pensar en sus ojos, su última mirada triste anoche antes de irse.
Aterrizas ágil y revisas cada espacio con la absurda esperanza de encontrarla, pero nada ha quedado.

Te derrumbas de rodillas a la tierra y finalmente liberas el grito más fuerte que jamás has sacado. El dolor te atraviesa como miles de diminutas dagas de kryptnonita y las lágrimas ni si quiera son suficientes. Ella se ha ido, se ha marchado para siempre.
Lloras hasta que el cielo te acompaña, y el olor ha ceniza te penetra con fuerza.
Ves unas botas apenas en tu corta visión periférica mucho tiempo después, mientras sigues abatida en tu duelo y en el suelo fangoso.
-¡Kara! - Alex es quien está de pie en medio de aquel desfiladero.
-¡Kara vamos! Vamos a casa por favor.
Lloras con más fuerza y te aferras a su pierna, sientes sus manos cariñosas en tu cabello pero nada en esté mundo podría brindarte consuelo.

Después de mañana (Wattys 2019) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora