El castillo

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Ya era muy tarde, el sol se escondía a sus espaldas y los grillos empezaban a cantar, parecía que llevaban una eternidad cabalgando pero solo fue un día y medio de viaje, durante el cual tuvieron que detenerse varias veces a descansar por petición del azabache que no estaba acostumbrado a esas andanzas.

El castillo ya estaba a su vista haciéndose más grande conforme se acercaban y el pueblo que lo rodeaba era tan diferente lo que el conocía, monstruos y humanos con elegantes ropajes, andando con cajas adornadas con finos listones, yendo en carruajes con caballos perfectamente cuidados, un camino de piedras que resonaba con cada pisada y casas rodeadas de locales costos.

Estaba tan embelesado con lo que veía que no noto cuando llegaron a las puertas del palacio donde un sirviente se apresuró a atender su llegada.

-bienvenido príncipe Zephyr, es un honor verlo otra vez, en un momento enviare a alguien por los caballos ¿usted necesita algo?

-también es un gusto verte, solo necesito que atienda a mi invitado Error, llévenlo a tomar un baño y préstenle un traje, yo iré a saludar a mi padre, cuando esté listo llévenlo al salón.

-a sus órdenes príncipe- respondió el sirviente con una reverencia para luego indicarle a Error que le siguiera.

Lo llevo por un unas escaleras y un largo pasillo de alfombra roja aterciopelada, casi le daba pena pisara aquello con sus zapatos llenos de tierra, cuadros gigantes estaban colgados en las paredes, de los ventanales colgaban largas cortinas que por la hora ya estaban cerradas y candelabros de metal dorado y cristales colgaban iluminando todo con la luz de sus miles de la velas.

Al llegar a la habitación que ocuparía e intentar meterse al baño tuvo que pedir privacidad, los sirvientes insistían en atenderlo y asearlo pero esto era algo a lo que él no estaba acostumbrado, cando finalmente logro hacer que se fueran entro a la tina llena de espuma y sales aromáticas deseando que ese momento fuera eterno, bañarse con esa caliente agua era muy relajante, tanto que no le fue difícil olvidarse del mundo a su alrededor.

Una hora después salió de su encanto cuando escucho que alguien tocaba a su puerta llamándo- la familia real pide que los acompañe en la mesa para la cena señor Error- dijo alguien al otro lado, finalmente salió de la tina y se puso el traje en tonos azules que le dejaron antes de entrar, la tela extremadamente suave le causo un escalofrió al contacto con sus huesos, algo que nunca había sentido, un poco ajustado par su gusto y unos zapatos que sonaban con un divertido tap tap cada vez que pisaba.

Con solo llegar a la puerta del comedor le llego un delicioso aroma que lo hacía babear, sentado en el extremo de la gran mesa se encontraba el rey con Zephyr a su lado derecho, un asiento vacío al izquierdo, un esqueleto de ojos coloridos después de este y después varios monstruos que supuso eran parte de la corte.

Lo guiaron a sentarse al lado del rey, su hambre desapareció por lo nervioso que estaba.

El rey se levantó sonando su copa para darle la bienvenida a él y a su hijo con un pequeño discurso y después de dar el permiso para comer se volvió a sentar.

Zephyr hizo la presentación- padre él es mi invitado, Error. Error ya debes de conocer a mi padre el rey Sans y a mi hermano, Ink.

-e-es un placer- tartamudeo y extendió su temblorosa mano para estrecharla, cuando fue a saludar al príncipe menor fue rechazado, este ni lo miro.

-es gusto es mío- se apresuró a decir el rey para arreglar el mal gesto de su hijo- es un honor por fin conocerte, he esperado mucho por este día, mi familia está en deuda contigo por tu hospitalidad con mi hijo.

Error entendió que el rey no se refería solo a lo que hizo por Zephyr, era algo más que todos ya sabían pero de lo que él no se quería enterar así que solo ignoro esas palabras- n-no es necesario- respondió por educación pero luego recordó que por eso es que estaba ahí- digo... en realidad yo pedí hablar con usted si no es mucha molestia.

Sans que ya conocía las razones del azabache para estar ahí solo le hizo un ademan con la mano para que prosiguiera, su típica mirada cansada no se apartó de el en ningún momento, aquel esqueleto que cambiaría tanto las cosas le parecía más interesante ahora que lo tenía frente a él.

Para cuando Error termino de hablar ya no se sentía nervioso, incluso llego a llenarse un poco de ego pensando en que él era una de las pocas personas que le dirigían la palabra al rey y que además estaba en un puesto de honor.

-es muy admirable tu petición Error y no me atrevo a negarla pero debes entender que no es tan fácil lo que pides pues no me gustaría darle una buena educación solo a tu hermano sino a los demás niños también ¿no crees que eso sería lo justo? Todos se lo merecen.

-si señor pero si tan solo pudiera darme algunos materiales.

-dije que estaba en deuda contigo y cumpliré mi palabra, no será necesario que yo te dé nada más esas pequeñas cosas, al poco tiempo se les acabaran, si lo deseas puedes quedarte aquí, tendrías un puesto en mi castillo y ganarías monedas que le serían muy útiles a tus hermanos, eso les duraría más que lo que estas pidiendo, solo debes trabajar.

Su alma cayó al piso al escuchar eso, trabajar en el castillo, eso era más de lo que esperaba ¿Qué tendría que hacer? ¿Tendría que vivir ahí? ¿Siquiera podría hacer bien lo que le mandasen?- no estoy seguro de que pueda...

-ni te molestes, igual terminaras aceptando- interrumpió alguien a su lado, el chico lo había estado ignorando durante toda la cena por fin había hablado, aunque todavía no daba la cara, solo miraba su plato molesto y lo esquivaba - ¿Por qué no se ahorran toda esta platica y terminamos de comer ya?

El rey no pareció ofenderse, rio un poco y asintió- si todo está dicho ya terminemos de comer entonces- dijo para agarrar un plato repleto de una salsa roja y casi vaciarlo encima de su pasta, en cambio Zephyr si tenía una mueca de enojo hacia su hermano, le disgusto la forma en que este se comportaba pero tampoco le diría nada o por lo menos no ahora.

No falto mucho para que llegara la hora de acostarse, compartió charlas y risas con Sans y su hijo hasta que cada quien fue a su habitación, debía admitir que quedarse en ese lugar no parecía mala idea y en eso se quedó pensando hasta quedarse dormido, en todos los lujos de los que podría desfrutar solo por hacer unas tontas y fáciles tareas.

Nuestro destinoWhere stories live. Discover now