VIII

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Dedicado a ClauJackson999


Aquiles no podía dormir bien.

Era muy entrada la noche y el alfa seguía despierto, muy incomodo en un montón de telas y almohadones que había colocado en la esquina contraria al nido, no seria capaz de dormir en el, no sin Patroclo.

Patroclo, su hermoso omega. Ni él entendía el porque de su ira. Si, se había preocupado por él, pero no tuvo que reclamarle por haber hecho algo que le gustaba.

Giro sobre un costado y miro fijamente la sombra de lo que sabia que era su nido, podía perfectamente imaginarse al omega acostado ahí, con su cabello cayendo suavemente por su frente, sus labios entre abiertos dejando escapar un ligero hilo de saliva. Su perfecto omega.

Lo extrañaba, no habían pasado más que un par de horas separados y ya lo extrañaba, en la tienda no había más que un rastro pasajero de su aroma. Molesto consigo mismo - y con su lobo-, rodó en su improvisado camastro una vez mas y hundio la cara en la almohadón donde Patroclo dormía, aspirando su suave y dulce aroma de omega embarazado. Esa seria una larga noche sin él.

Patroclo estaba sentado encima suyo, sus rizos se alborotaban a su alrededor y su cuerpo desnudo se mostraba sublime ante él. Tenia sus labios hinchados por los besos y mordiscos dados con anterioridad, su vientre abultado por el cachorro que crecía dentro de él. Moví mis manos a sus muslos, escuchando el suave jadeo que libero por las caricias proporcionadas.
Me levante un poco para rozar sus labios con los mios mientras susurraba una suave disculpa sobre su boca. Cuando mi mano se interno entre sus muslos sentí una gran humedad, por lo que complacido, adentre dos de mis dedos dentro de él, escuchando sus gemidos y suspiros.
Un olor metálico me distrajo de lo que hacia mientras escuchaba un gemido aun mas alto, pero este ya no era de placer, era un quejido de dolor puro. Rápidamente quite mi mano, la cual estaba llena de sangre. De la sangre de mi omega. Intente acercarme más al moreno y al hacerlo ya no estábamos en nuestro nido, estábamos en los muros que rodeaban Troya y mi mano sostenía la empuñadura de una lanza con firmeza, una lanza que se encontraba enterrada en el estomago de Patroclo, la cual al acercarme se había adentrado aun más en él, la filosa punta saliendo por su espalda. Solté el arma horrorizado, viendo como mi omega caía de rodillas al piso, sollozos y sangre escapando de su boca.

-Mi bebé.- Sollozó mientras sus manos tocaban el arma que lo atravesaba, las lagrimas mezclándose con la tierra y sangre en su cara.- Mis bebés, por favor, déjenme verlos una vez más.

Podía sentir su sufrimiento por medio del lazo y en cuanto di un paso par llevarlo por ayuda un fuerte grito salio de su garganta, despertandome por completo.

Un estremecimiento me recorrió la espalda

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Un estremecimiento me recorrió la espalda. El lazo, que se había sentido tirante toda la noche, provocándome aun más nauseas, estaba lleno de pánico. Un pánico creciente y paralizante. Me levante lo mas rápido que podía del almohadones había estado desayunando, apoyándome en Briseida para ayudarme a levantar mientas le hablaba con velocidad.

-Aquiles, algo... algo malo pasa con él.- Mi voz temblo mientras salia de la tienda sin despedirme de ninguna de las omegas.

Casi corrí a la tienda, mis manos sosteniendo firmemente mi vientre mientras avanzaba a mi hogar. En estos momentos era horrible estar embarazado, no podia correr tan rapido como queria y me sentia fatigado.

Antes de llegar a la tienda, Aquiles salió de esta, su pelo luciendo como la melena de un león, sus ojos brillando con un terror que nunca vi en ellos cuando se enfocaron en mi. Sin siquiera poder de terminar de procesar aun esa imagen sentí sus brazos rodeandome con fuerza, su cara escondida en mi cuello y todo su cuerpo presionado contra mi. Sus sollozos sacudian mi cuerpo y las lagrimas que caian a montones, mojaron mi hombro por lo que parecio una eternidad aunque en realidad fue solo un simple instante.

-Shh... Tranquilo, amor, tranquilo.-Le susurre.- Todo estará bien.-

Lo hice retroceder al interior de la tienda, teniendolo aun aferrado a mi. Acariciaba lentamente sus cabellos y dejaba salir instintivamente de mi un aroma tranquilizante. Todo nuestro hogar olia a panico, el aroma salado de Aquiles concentrando el terror que percibia en el lazo.

Sin siquiera tranquilizarse sus manos recorrieron mi espalda, tocando y presionando en lo que sabia que era una revisión; con la misma necesidad tocó mi vientre y al encontrar lo que parecia que buscaba la tension fue abandonando poco a poco su cuerpo.

-Estabas sangrando.- Balbuceo y sus ojos me examinaron cuando se separo de mi cuello.- Tenías una lanza atravesada. T-Te había enterrado una lanza.

Su cuerpo se estremeció por completo ante el recuerdo, su cara una vez más se escondió en el espacio entre mi cuello y hombro, dando suaves lamidas a la marca.

-Fue una pesadilla, solo eso.- Murmuré y lo senté en nuestro nido siendo jalado por el hacia el mismo. Nos recostamos en el, mi cuerpo relajándose de una tensión que no había notado hasta ahora.

Aquiles en un practicado movimiento se subió en mi, marcandome con su aroma en una básica necesidad de sentirme seguro a su lado. Su cabello me hacía cosquillas mientras descendía por mi cuerpo, sus labios contra mi piel se sentían cálidos, como si estuvieran destinados a estar sobre de ella.

Cuando llego a mi vientre las cosquillas se hicieron más intensas, el sentimiento era muy parecido al que tenía mientras lo veía tocar música o al verlo correr largas distancias en un tiempo muy corto, el sentimiento de que irremediablemente caía por él.
Otro beso, otra vez la sensación.

De pronto Aquiles se quedó muy quieto, mirando intensamente el lugar que antes besaba. Dio otro pequeño beso, en el mismo lugar que antes y el sentimiento me embargo otra vez. Me miró a los ojos, como si él estuviera sintiendo lo mismo que yo. Se inclinó otra vez para rozar sus labios contra mi piel, expectante y en cuanto sentí otra vez aquel vértigo él sonrió. La sonrisa más brillante que le había visto, incluso más brillante que la que me dio después de marcarme. Esa sonrisa opaca al mismo sol. Sería capaz iluminar a todo el ejército Heleno sí así lo quisiera.

-El bebé se mueve.- Susurro y acaricio con solemnidad mi vientre. Su risa inundando mis sentidos así como esa simple verdad: Mi cachorro se movía.

Lágrimas de felicidad rodaron por los ojos de ambos esa mañana. No volvimos a discutir.

Al otro día me despido frente al pabellón de medicina con un beso en los labios.

Al otro día me despido frente al pabellón de medicina con un beso en los labios

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Intentar describir las primeras patadas del bebé fue complicado. Le pregunté a todas las personas que conozco que han estado embarazadas (y lo googlee) y la mayoría me dijo que al inicio se sentían como mariposas en el estómago.

Patroclo ya tiene 20 semanas de embarazo.

A la fic le quedan cinco capítulos.

Los quiero.

PD: Lamento la hora, de verdad. Solo que realmente ya lo quería subir.

All the love

A.
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El Mejor Regalo | Patroquiles  OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora