Capitulo XII
"Patroclea"El campamento fue un desastre los ultimos dias que estuvimos ahí.
Había montones de baúles a medio llenar; tiendas desarmadas; lanzas, flechas, espadas y arcos esparcidos por todo el lugar, tanto así que incluso Aquiles y yo tuvimos que tener siempre a uno de nuestros cachorros en las manos porque no dejaban de querer frotar sus suaves manitas en el filo de las armas.
Todo era un remolino de actividad, todos los mirmidones siempre tenían algo que hacer, empaquetar reservas de comida, buscar plantas medicinales, además de que ahora se tenían que turnar entre cuidar nuestro campamento y terminar con todos los preparativos de nuestra ida de Troya.
Una parte de mi estaba desbordante de felicidad, por fin nos iríamos de aquí, donde solo habia sangre y guerra, donde vivía con el miedo latente de que mis cachorros no estaban a salvo, aún si mi alfa rondeaba los alrededores, siempre cuidando de nosotros. La otra estaba llena de pesar y tristeza y no había otra razón más pesada sobre mi conciencia y la de Aquiles: Las omegas.
Las omegas se habian ido es misma tarde, arrebatado, lo describía mejor. Deidamia había corrido a buscar a Briseida apenas terminó la reunión, la había acarreado a buscar sus cosas y la escondió en su tienda. Las demás no tuvieron tanta suerte. Muchas habían sido llevadas por la fuerza, los hombres de Menelao y Agamenon parecían avidos de ellas. Algunas otras habian sido salvadas por alfas que llevaban tiempo cortejandolas.
Aún así todo se mezclaba con el enojo, la furia mas pura y fuerte. Incluso mis bebés se mostraban molestos e irritados si los intentaba calmar con mi aroma.
Pero no podía controlarlo, estaba tan molesto con Aquiles, parte era la soberbia ira que él dejaba mostrar a través del vinculo. Otra era la ira que él tambien sentía. Todo lo que estaba sucediendo esos ultimos días lo alteraba mucho.
Y aun con todos aquellos sentimientos arremolinandose en mi interior, no podia realmente enfadarme con mi alfa. Nunca había podido odiarlo, no a él. Era la única familia que realmente se había sentido como una, aún si no fuera su omega, Aquiles siempre sería mi familia.
Lo amaba, más que su vida, más de lo que amaría jamás.
*~*~*~*~*~*~*~*~*
Esa ultima noche todo estba extrañamente tranquilo.
Aquiles hacia reir a los cachorros con suaves gruñidos que hacían vibrar su pecho. Patroclo había ido a ver como estaba Briseida y Deidamia, y aunque él no lo hubiera dicho en voz alta, también había ido a ver a las demás omegas.
Todo era demasiado pacífico. Se escuchaba la marea golpear contra los barcos y la playa. Todo el campamento estaba en silencio. Aquiles podía jurar escuchar los pasos de algunos guerreros a metros de distancia.
Olió a Patroclo antes de verlo. Su inconfundible olor a madera y flores. No había visto de forma profunda lo mucho que había cambiado los últimos años. Cuando lo vió por primera vez, no era más que un pequeño y escuálido niño, con alborotado cabello castaño y mirada cabizbaja. Después, en Pelion, su espalda se había ensanchado, su nuez resaltaba de una forma tan deliciosa que provocaba llenarla de marcas; todo él aún era delgado, pero siempre se vió tan apuesto. A los pocos años de llegar aquí, los largos y delicados miembros habían adquirido musculatura, una rizada barba enmarcaba su bello rostro y aunque cuando lo abrazaba no lo parecía era casi de mi misma estatura. No había cambiado mucho después de presentarse, pequeños detalles que únicamente los notarías con el conocimiento del tacto, como lo suave que se sentía su piel cuando pasabas tu mano sobre ella o lo diferente que sabía, más dulce, más atractivo.
Ahora, viendolo entrar lentamente, con mi marca brillando en su cuello, el sobrecogedor sentimiento de cuánto tiempo habíamos pasado juntos se apoderó de mi pecho. Tan fuerte que sentía el corazón pesado y un nudo en la garganta. Notaba que estaba triste, como un duro pinchazo en mi cuerpo; sentía su enojo, su ira hacía como habían terminado las cosas aquí, pero sobretodo notaba el cansancio en mi omega. Tan agotado de estar tanto tiempo lejos de la seguridad, de nuestra casa.
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El Mejor Regalo | Patroquiles Omegaverse
FanficDespués de vivir ocho años luchando en el ejército Heleno, Aquiles se topa con un nuevo reto que puede costarle todo por lo que ha luchado, incluso su esperada inmortalidad. ¿Será capaz de dejar su ambición a un lado solo por amor?