Capítulo III. Pueblo de hombres y sirenas

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6:00am: Afuera termina de llover, en mi cama tu lado sigue frio, tus fantasmas se marcharon por ahí de las 3:00am, solo escuché el ruido al levantarte, me acobijaste, preparabas café mientras tarareabas una de mis canciones favoritas, de nuevo entraste al cuarto, te sentaste a lado mío, descubriste mi rostro, sonreíste melancólicamente mientras acariciabas sutilmente mi mejía; y con un dulce beso en la frente, fuiste desapareciendo, junto a un te quiero que llenó toda la habitación.

Así despertaba San Pedro Remate, hermoso pueblo que me vio crecer, con una orquesta de agraciados pájaros, que felices, sacudían el rocío de los árboles y en las ventanas cantaban un mensaje de buenos días.

San Pedro Remate, "pueblo de hombres y sirenas", abriga, en su manto tan frío, fascinantes historias, mitos y leyendas, canciones y poemas de amores y guerra. Tierra de maíz, frijol y café, café del bueno, que despierta y da vida a toda alma moribunda. Tierra de hombres valientes y mujeres muy bonitas. Tierra libre, libre e indomable.

7:17am: Frente a la puerta principal de mi casa, me acoge un feo presentimiento, tu imagen pasa por mi cabeza, me detengo unos segundos, cierro los ojos, recupero el aliento, suspiro, vuelvo a suspirar profundamente mientras voy cerrando tembloroso.

Al salir, ancianos me esperan para darme sus bendición, niños corren a saludarme, emocionados, como si fuera un superhéroe, mujeres hermosas ponen sobre mi cabeza, una especie de corona de flores, mientras me llevan canastas de frutas y tortillas de maíz pinto.  

−Tus padres estarían muy orgullosos de ti – con lágrimas en los ojos, me decía Raquel, una tía, quien a los ocho años supo cuidar de mí, como una madre.

−No creo que llevar sed de venganza sea un orgullo para tus papás – con una sonrisa burlona, contestó Evaristo, esposo de Raquel.

−Los dioses conocen tu corazón, ellos y tus padres velan por ti, todos los días y todas las noches, estoy segura, que no hay verano ni invierno donde ellos no te mencionen en el cielo.

Yo sólo agachaba la cabeza, conteniendo las ganas de llorar, nadie, absolutamente nadie me había visto llorar, desde aquel octubre del 1961.

− ¡Joder otra vez vas con los dioses! ¡Por mí que se jodan los dioses! – esta vez sentí el aliento de alcohol barato de Evaristo.

Y sí, tenía razón, aun llevaba sed de venganza, cargaba conmigo una lista, él no lo sabía, pero entre esos nombres también estaba el suyo.

−Que los dioses te acompañen Ikhal −

8:24am: Una marimba comenzó a sonar al son de las consignas, las nubes aun no dejaban ver al sol, pero, ya habían gritos de victoria, música alegre salía de aquella sierra, el ruido era tan fuerte que los dioses lo confundían con fiestas del pueblo. Gente valiente gritaba imponentemente que temblaban los cerros y se vaciaban los ríos. Madres, esposas e hijos, lloraban desbaratados mientras 47 caballos marchaban con sed de justicia.

− ¡Viva San Pedro Remate!

− ¡Viva!

− ¡Viva el ECRSS!

− ¡Viva!

− ¡Viva el comandante Ikhal y sus 47 caballos!

− ¡Viva!

− ¡Viva el comandante Ikhal y sus 47 caballos!

− ¡Viva!

EL INCENDIO MÁS LARGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora