Capítulo dos

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"Kilig" es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.

Esta es una adaptación de dicha obra 100% autorizada por la autora original.

Denki estaba nervioso en la cocina de Hitoshi mientras sostenía contra sí a Katsuki durmiendo

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Denki estaba nervioso en la cocina de Hitoshi mientras sostenía contra sí a Katsuki durmiendo. Después de todo, eran las ocho de la mañana y su bebé necesitaba descansar, así que no lo iba a despertar porque no era necesario.

Trató de concentrarse en la voz de Hitoshi, pero era imposible. No cuando el alfa se veía hermoso, excitante, con esa camisa blanca y pantalones negros que le ajustaban en los lugares indicados, bebiendo una taza de café, sus labios moviéndose con rapidez, sin dejar de hablar.

— … puedes decorar el jardín como quieras, es todo tuyo, sólo quiero que se vea decente —estaba diciendo el alfa apresurado—. Una última cosa, supongo que vas a ordenar la pequeña oficina que tengo aquí abajo. Si lo haces, por favor, no desordenes los papeles, me cuesta un culo buscarlos si los necesito y no los encuentro donde los dejé. Creo que no se me olvida nada, ¿cierto?

— No, señor Shinso —dijo Denki en voz baja.

Hitoshi bajó la taza de café, enarcando una ceja, bajo la cabeza hasta la altura de la mirada de Denki y negó con la cabeza.

— Mi nombre es Hitoshi, pequeño sol, utiliza mi nombre —regañó el alfa con suavidad.

Trató de pasar por alto el apodo que le puso, queriendo fingir que no le había afectado en nada a pesar de que se sentía cohibido y nervioso.

Mordió su labio inferior.

—Está bien… Hitoshi —concedió tratando de sonreír un poco.

El alfa lo observó en silencio para luego suspirar.

—Te dejé una copia de la llave sobre la mesa —prosiguió dejando la taza en el lavamanos— junto con mi número de celular. Ante cualquier emergencia, no dudes en llamar, siempre voy a contestarte.

Denki asintió, sin dejar de mirarlo, arrebujando más a Katsuki en sus brazos que no dejaba de dormir.

—Nos vemos, Denki —Hitoshi se quedó quieto unos segundos, pareciendo querer decir algo más, pero a último momento se arrepintió porque se marchó apresuradamente del lugar.

Sólo cuando la puerta de la casa se cerró Denki pudo relajarse un poco, mirando a Katsuki con ansiedad.

—Es una buena idea, ¿cierto, Suki? —le preguntó sabiendo que no iba a obtener respuesta alguna—. Con lo que Hitoshi va a pagarme podremos estar bien, ya verás, voy a comprarte todos los juguetes que quieras y más que eso. Lo prometo.

Le besó la frente, pero lo único que le respondió fue el silencio.

No importaba. El silencio siempre era el que contestaba luego de dieciocho años de vida.

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