Capítulo diez

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Hitoshi estacionó el auto fuera del edificio, mirando a un nervioso Denki que jugueteaba con las correas de la mochila en tanto Katsuki los observaba, confundido

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Hitoshi estacionó el auto fuera del edificio, mirando a un nervioso Denki que jugueteaba con las correas de la mochila en tanto Katsuki los observaba, confundido.

— ¿On tamos? —preguntó con sueño.

— Tal vez será mejor devolvernos —dijo Denki llamando la atención de Hitoshi—, ni siquiera sé por qué estamos aquí, digo, quizás no debería continuar mis estudios y dedicarme sólo a Katsuki y nuestros futuros hijos, así no–

— Denki —le llamó la atención Hitoshi—, por favor, respira cariño —el omega obedeció, tomando aire y botándolo varias veces—. No pienses esas cosas, ¿está bien? Sé que quieres seguir estudiando y terminar la secundaria como corresponde, así que por favor, no te estreses —le dio un pequeño beso en los labios—. Katsuki y yo confiamos en ti.

Denki sonrió de forma temblorosa, para luego tomar aire una vez más y abrir la puerta. Antes de salir, se giró hacia Katsuki, que estaba cerrando sus ojos por el sueño.

—Pórtate bien con papi, Suki —le dijo de forma cariñosa.

—Mmm… —asintió el bebé frotando sus ojitos.

Sonrió para luego voltearse hacia Hitoshi, dándole otro beso en los labios.

—Pasaré a buscarte apenas termines —le dijo Hitoshi pellizcándole la nariz.

Denki asintió.

—Te quiero —le murmuró contra la boca.

Hitoshi soltó un gruñido de placer.

—Yo también te quiero.

Denki cerró la puerta, dejando el calor del auto para luego caminar hacia el edificio donde ya varias personas entraban en camino a las salas de clase. Denki miró su horario, indeciso, y comenzó a buscar el salón donde tendría Literatura, la primera clase en la escuela nocturna a la que asistiría durante dos años para terminar sus estudios. Luego, Hitoshi le había dicho que si quería estudiar otra cosa podría hacerlo, pero Denki no quería adelantarse.

Por ahora, terminar su educación secundaria estaría bien.

Entró al salón, nervioso, y con la vista baja se sentó adelante, su olfato notando a betas y omegas entre el resto de estudiantes, todos mayores de dieciocho años, y no se sintió tan fuera de lugar.

—Hola.

Parpadeó, dejando de morder su labio inferior, y levantó la vista, encontrándose con la mirada de una dulce chica que le sonreía amablemente.

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